21. Zoe canta hermosas las declaraciones de amor

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Cuando llegamos al bar, la amiga de Lili estaba a media canción sobre el pequeño escenario

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Cuando llegamos al bar, la amiga de Lili estaba a media canción sobre el pequeño escenario. Sandy la miró con fascinación, no le quitó los ojos de encima mientras caminábamos hacia la mesa de sillas bajitas que estaba libre. La voz de Zoe retumbaba en las paredes oscuras, envolviendo a todos los presentes con su cadencia. Qué hermoso cantaba.

Addie pidió la primera ronda de copas, ella la pagó y las llevó a la mesa. Fui la primera en tomar la mía de un solo sorbo y con apuro. Lili rió al mirarme.

—No estés nerviosa, es solo Zoe, no el diablo.

—No me juzgues.

Esperamos hasta que la canción —que no reconocí— acabó, luego Lili se levantó para sacudir su mano y hacer notar a su amiga que estábamos ahí. Ella la vio, le sonrió ampliamente y bajó del escenario; tardó un poco en llegar a nosotros porque un grupito de personas la interceptó con sonrisas, quizás para halagar su acto.

Cuando la dejaron en paz, caminó hacia nosotras. Lo primero que pensé fue que entre más cerca estaba, menos atemorizante se veía; al contrario, lucía amable, accesible, de confianza. Llevaba una falda negra hasta el suelo que arrastraba con cada paso, una blusa azul que dejaba sus hombros al descubierto, además de una chaquetilla corta de jean. Su cabello era oscuro, atado en un moño suelto que dejaba varios mechones esparcidos en el aire, en sus dedos lucía varios anillos y alcancé a ver un aro plateado y pequeño en su nariz.

Lili la recibió con un abrazo, luego procedió a señalar a mis amigas.

—Ellas son Sandy y Addie. Chicas, ella es Zoe.

—Cantas hermoso —dijo Sandy.

—Es un gusto, Zoe —añadió Addie.

—He visto fotos de todas, que bueno conocerlas al fin... —Zoe entrecerró los ojos—. No, esperen, eso sonó feo. Me refiero a que vi fotos del paseo que hicieron, las fotos que tomó Lili en su teléfono. No las stalkeo ni nada por el estilo.

Zoe mordió su labio, incómoda, pero las demás reímos. Lili entonces me señaló a mí, de repente tuve la necesidad de ponerme de pie, como si siguiendo sentada estuviera faltándole al respeto. Si mis amigas se burlaron, no lo noté, gracias al cielo.

—Y ella es Kim.

Zoe también debió sentir mi presentación como algo más significativo que la de mis amigas, porque no solo me saludó, sino que me envolvió en un abrazo caluroso que me tomó por sorpresa.

—¡Al fin te conozco! Es un gusto. Qué bonita eres, ni siquiera Lili te hace justicia cuando babea por ti cuando habla conmigo.

Lili le dio un manotazo, pero yo agradecí sus palabras, no porque fueran un halago, sino porque le daban un poco del peso de la incomodidad a mi novia, y no quedaba solo para mí.

—No le hagas caso —dijo Lili.

—¿No babeas por Kim? —preguntó Addie.

—Ah, no, eso sí es cierto, lo falso es que no le hago justicia cuando lo digo en voz alta.

En el armario de Kim •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora