5. Patrick no entiende a las lesbianas

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La primera noche nos agarró a todos cansados por el viaje así que a la hora de dormir —por incómodo que fuera— no hubo quejas de nadie

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La primera noche nos agarró a todos cansados por el viaje así que a la hora de dormir —por incómodo que fuera— no hubo quejas de nadie. En nuestra habitación hubo silencio todo el rato, era una compañía tensa el tener a Lili tan cerca y estar enojada con ella. El resto de la casa ya estaba en relativo silencio y como éramos las únicas en el tercer piso, era más densa la ausencia de sonido.

—Lo lamento —dijo Lili de repente; estaba en el otro lado del colchón, poniendo crema humectante en sus brazos. Yo estaba dándole la espalda y atando mi cabello para poder dormir—. Tienes razón, no te conozco. No volveré a sacar el tema.

Me había tomado por sorpresa, pero me las arreglé para responder:

—Está bien. —Me recosté tan a la orilla como pude para dejarle espacio y tomé una de las sábanas delgadas; el clima era cálido, así que algo más grueso sin duda sería inapropiado—. Descansa.

La vi asentir, pero no se acostó, solo siguió poniéndose crema y quitándose el maquillaje con un espejito en su mano izquierda. No supe cuándo se acostó; quedé profundamente dormida con rapidez.

Tampoco supe cuándo se fue, pues al despertar estaba sola.

Por fortuna, a ese lado de la casa el sol no daba en las mañanas, así que aunque el aire era pesado y caliente, no me llegaba el sol directo. Vi la maleta de Lili, estaba medio abierta y había una toalla húmeda extendida en la puerta del armario; me desorienté por la hora, pero al ver mi teléfono vi que apenas eran las ocho y media.

Cada piso tenía un baño y una ducha, así que teníamos la fortuna de solo compartirlo entre nosotras. Me duché sin lavarme el cabello y tras colocarme un sencillo vestido, bajé al primer piso. Ya todos estaban despiertos; algunos en la ropa de dormir, otros —Mau, Vicky y yo— ya estábamos duchados y vestidos; Patrick el amargado estaba despierto, pero no se había levantado de su sofá y solo miraba su teléfono.

Saludé con un buenos días general y mi olfato me llevó caminando hacia la pequeña cocina. Allí encontré a Lili, que estaba con Sandy frente a la estufa.

—Buenos días —dije en voz alta.

—Bella durmiente —dijo Sandy—. Le contaba a Lili que siempre fuiste la que más duerme de nosotras... y acabas de probarlo.

—No son ni las nueve, ustedes madrugan mucho.

—Hay que aprovechar el día —exclamó Lili—. Te traje una naranja.

Señaló tras ella a una bolsa que descansaba en un mesón pequeño.

—¿A qué hora fueron al supermercado?

—A las siete —dijo Sandy—. Me levanté a esa hora y Lili era la única despierta. Es madrugadora como yo, así que razonamos que debíamos desayunar y que la cocina estaba vacía. Fuimos hasta la plaza porque no hay tiendas cerca.

En el armario de Kim •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora