3. Addie no toma las mejores decisiones

2.4K 258 196
                                    


Con la luz del día mi determinación se hizo más pequeña y desde el momento en que me levanté, intenté buscar en mi cabeza maneras de acercarme a Lilian sin morir en el intento

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con la luz del día mi determinación se hizo más pequeña y desde el momento en que me levanté, intenté buscar en mi cabeza maneras de acercarme a Lilian sin morir en el intento. No hallé forma mientras me arreglaba para salir, ni cuando tomé el autobús para ir a la universidad, ni cuando salí de la primera, segunda o tercera clase.

A decir verdad estaba a punto de rendirme, pero el destino intervino.

Tuve que ir a la biblioteca para devolver un libro que Adeline tenía en préstamo y mientras hacía la fila para llegar a la encargada, vi a Lilian en una de las mesas grandes de estudio, rodeada de varios libros, resaltadores, lápices y su mochila abierta. Mis pies se movieron solos hacia ella, y me senté en la silla de enfrente con la mente en blanco.

Lilian me notó y levantó la mirada, luego enderezó la espalda, como si recién se diera cuenta de que estaba encorvada. Me sonrió ampliamente, pero al hablar lo hizo casi en un susurro, por política de la biblioteca.

—Kim... hola, ¿cómo estás?

—Bien —susurré—, ¿y tú?

Señaló el gran desorden de cosas en la mesa para seis personas y que solo ella ocupaba.

—Salvando el semestre en tres días, así que... bien.

Reí.

—No luces como las que salvan el semestre en los últimos tres días.

—Gracias por decirme que luzco ordenada, responsable y hermosa.

—No dije hermosa.

—Pero no lo niegas tampoco. —Arqueó sus cejas, como retándome a que le llevara la contraria; no lo hice, solo me sonrojé—. Y tienes razón: no soy de esas, pero a finales de semestre disfruto viendo a otros que sí son de esos dejando todo para la última semana, luego les ofrezco trabajos, ensayos y tareas a un buen precio, obtengo dinero para las vacaciones y les salvo el semestre a ellos. El mío ya está más que aprobado.

—Mujer de negocios.

—A beneficio del sufrimiento ajeno, como debe ser.

Los ojos castaños de Lilian brillaron con una picardía que era parte de su personalidad. Había chispa en ella, tenía el don de la gente, de caer bien, de encajar, de no sentirse extranjera en un lugar ajeno. Me gustaba mucho eso de ella.

Recordé mi pequeña misión y aclaré la garganta, esperando que el corazón, tan desbocado que lo tenía, no se me saliera por la garganta antes de que terminase de decir lo que esperaba.

—Y... ¿qué planes tienes para las vacaciones?

Lilian dejó de mirarme para rebuscar entre su desorden algo que se le había escapado, sin embargo, su atención mental seguía en mí.

—No muchos, supongo. Saldré con mi mejor amiga alguna noche, tal vez, quizás visite a mi padre aunque no es algo que me entusiasme demasiado. Quiero pintar mi habitación, y no sé cuándo ni cómo ni dónde, pero quiero ir a piscina. ¿Y tú?

En el armario de Kim •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora