13. Insomnio de madrugada

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¡Hola!♥

Muchas gracias por seguir acá. Una de las cosas que más me emocionaron de la reedición es que metí varios capítulos narrados por Lili, siendo este el primero. Espero que les guste tanto como a mí ♥

 Espero que les guste tanto como a mí ♥

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  LILI


La noche después de nuestro primer beso, Kim durmió mal.

Desperté porque la sentí moverse demasiado, sin duda mucho más que la quietud usual a la que, en unos días, me había acostumbrado. En la penumbra de la habitación giré a mirarla; su pecho subía y bajaba con más velocidad de la esperada para un sueño tranquilo. Consideré despertarla, pero la agitación duró poco y, tras lo que pudo ser un quejido de sus labios, se giró y se quedó en paz de nuevo.

El calor de la habitación había hecho que ambas, inconscientes, nos despojáramos de las sábanas, así que estas estaban en el suelo. No pensé en cubrirla de nuevo; yo moría de calor, ella estaría igual.

Me senté en el colchón, con la energía fastidiosa que solo se obtiene al interrumpir el sueño a mitad de la madrugada sin posibilidad de recuperarlo pronto.

Observé la espalda de Kim. Los tirantes de su blusa desacomodados por el movimiento; la ligera diferencia de tono a la altura de los hombros, ocasionada por un poco de sol picante y directo que marcó sus mangas de un tono más claro; la franja de su piel que se alcanzaba a ver entre el final de la blusa y el comienzo del pantalón corto. La miré un buen rato y solo salí de esa hipnosis cuando la escuché suspirar en sueños.

Me levanté, sabiendo que no lograría conciliar el sueño de nuevo. Busqué en silencio dentro de mi bolso por una cajetilla de cigarrillos y salí de la habitación descalza, hacia la terraza que ocupaba el resto del piso.

Me tomé un segundo para admirar esa confianza bonita de los pueblos de no dejar sus terrazas bajo llave porque no hay riesgo de que alguien se meta a medianoche a robar, algo impensable de hacer en la ciudad.

Caminé hasta el final de la terraza, sintiendo el aire frío pero aún así cálido de la noche contra mis brazos y mis piernas. Había llevado mi teléfono y lo encendí para mirar la hora. Apenas pasaban de las dos de la mañana.

Encendí el cigarrillo y le di una calada. No podría llamarme fumadora frecuente, pero siempre cargaba una cajetilla para esos momentos en los que estaba lo bastante estresada, friolenta o insomne como para necesitar nicotina.

El humo atravesando mi interior me relajó, lo que me hizo notar con más fuerza que estaba tensa. Sabía qué tipo de tensión cargaba en los hombros y era de las más horribles porque cuando la tenía, solía venir desde el corazón.

La tensión era Kim y lo que sentía por ella.

Cada vez que alguna mujer entraba en mi corazón, lo suficiente para que yo empezara a temer, ese nudo se me iba subiendo a la espalda para instalarse y joderme. Zoe solía llamar a eso enamoramiento, pero yo le decía que el amor eran mariposas en el estómago, no clavos en el pecho; ella reía y concluía diciendo que yo no era tan romántica como debería.

En el armario de Kim •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora