Capítulo 43

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Luego de la celebración del compromiso entre Eleonora e Ishku, él debió quedarse en casa de otra familia, ya que estaba prohibido que los novios compartieran el mismo techo antes de estar casados.

A primera hora de la mañana, dos hombres en compañía de Ishku, fueron por algún monje jesuita que se encontraba en las misiones, para que pueda realizar el matrimonio durante esa tarde. A pesar de que no era necesario que Ishku acuda para ir por él, temía que trajeran al mismo monje que le había pedido que informará sobre la muerte de Eleonora a sus padres. Pero para suerte de él, había un nuevo grupo de monjes franciscanos cercano a la aldea de los Nuami, acortando su viaje y regresando al medio día.

Las mujeres ayudaban a Eleonora, decorando su cabello con flores y plumas coloridas, además de usar un vestido tradicional Chahiwa, con hermosos decorados que había bordado para un momento especial.

Al llegar los hombres con el religioso, ya estaba todo preparado para la boda.

Ishku se había refrescado, y ocupa un pantalón blanco con camisas, que era su traje para ceremonias, con el cabello amarrado, terminando con decoraciones de plumas.

Se había dispuesto un altar para la ceremonia, ya que los Chahiwas, tenían una profunda devoción católica que combinaban con su cultura.

Los novios acudieron tomados de las manos ante el monje que oficializa la ceremonia, recibiendo su bendición.

Para el pueblo de los Chahiwas, siempre una boda era una alegría para ellos, ya que su tribu crecería, con la llegada de los hijos de la pareja.

—Te juro por nuestro señor, que te protegeré y te cuidaré, a ti y a los hijos que nos nazcan —realiza sus votos Ishku.

—Te juro por el nombre de nuestro señor, que te amaré, respetaré y seré tu apoyo, para que juntos construyamos una familia —responde Eleonora.

Luego de un sermón sobre el amor y la unidad, la ceremonia se da por concluida, dándose su primer beso como esposos, acompañado de los gritos de alegría de los Chahiwas.

Se realizó una fiesta, en donde la familia de Ishku había ofrecido gallinas y liebres para la comida, las que se asaban en el gran fuego de la hoguera.

Luego de comer, un hombre acompaña al clérigo que debía regresar con su congregación, mientras los novios recibían regalos de los presentes. Mucho de ellos, eran animales de granja o telas, pero otros, eran muebles que tanto necesitaban en su nuevo hogar, como una cama, mesa y sillas.

El regalo de Piara, era un ajuar para la noche de bodas, que consistía en un camisón de tela delicada, algunos perfumes y un frasco de vidrio con una pasta de color amarillo en su interior.

—¿Qué es esto? —pregunta Eleonora, sacando el frasco.

—Guarda eso —dice Ishku avergonzado, bajando las manos de ella para ocultar aquel frasco.

—Es un medicamento, para después de tu noche de bodas. —responde Piara.

—¿Dónde se aplica? —susurra Eleonora, ya que Ishku se había girado para evitar escuchar y Piara hablaba en voz baja.

—En donde te duela. Es una pomada para aliviar el ímpetu de tu esposo ¿Comprendes?

Eleonora afirma con la cabeza, entendiendo por qué aquello era un regalo útil, pero que se daba en privado.

La celebración continuó hasta el anochecer, finalizando luego de un baile alrededor de la hoguera.

Ahora los esposos regresaban a la casa de Piara, en donde Eleonora se cambiaría de habitación para dormir ahora con Ishku, algo que no le agradaba, ya que estar en ese lugar, no les ofrecía privacidad.

Piara y Mishki se despidieron para ir a sus habitaciones, momento en que ella acompaña a su esposo a su dormitorio.

Ishku se aproxima a Eleonora, rodeándola con sus brazos para sumergirse en un beso calmado y seductor. Él se desprende de su camisa, pero ella lo detiene.

—No creo que sea un buen momento. —susurra Eleonora.

—¿Quieres usar el camisón del ajuar?

—No es eso. Es que... tu madre y hermana pueden escuchar.

—Seré cuidadoso.

—Pero yo no estaré cómoda.

—Es nuestra primera noche juntos.

—Pero estoy avergonzada.

—Te prometo que en dos días nuestra casa estará lista.

—Entonces, esperemos hasta ese entonces.

Eleonora se coloca su camisón de dormir habitual, con cuidado de no descubrir su desnudez, siendo observada en silencio por Ishku, hasta que se recuesta en la cama y se cubre con las sábanas, siendo acompañada por él, recostándose a su lado, volviendo a besarla y pasando sus manos por debajo del camisón para acariciar sus piernas, deteniéndose al llegar a los muslos, ya que ella lo aparta.

—Por favor Ishku, no.

—Al menos, podríamos tocarnos.

—Eso hará hervir tu sangre.

—Pero mi sangre ya está hirviendo.

—Respeta mi decisión. Cuando tengamos privacidad, cumpliré mi deber de esposa, pero mientras estemos en casa de tu madre, no.

Eleonora se gira en la cama, dándole la espalda, pero Ishku aún no perdía las esperanzas, abrazándola de manera firme, presionando uno de sus pechos y moviendo sus caderas contra sus glúteos.

—Ya basta Ishku. —dice molesta Eleonora.

—¿De qué sirve que seamos esposos, si debemos de estar separados?. —cuestiona enojado, girándose en la cama y dándole la espalda.

La joven se gira para abrazarlo.

—No te enfades, pero quiero que nuestra primera vez sea especial, y estar aquí no lo es.

—Es porque no me deseas como yo a ti.

—Eso no es verdad. ¿Por qué es tan difícil tratar contigo?

—Ya entendí. Perdón por molestarte. Buenas noches.

Era natural que Ishku estuviera ofendido, pero en esas habitaciones se podía escuchar todo, y si eso ocurría, jamás podría volver a verles a la cara a Piara y Mishki.

Un Amor Tan InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora