Capítulo 39

2K 179 14
                                    

Temprano por la mañana, Ishku se había levantado para ir a pescar, mientras que Mishki sale para recolectar frutas y Piara a alimentar a sus animales en la granja, para luego visitar a una amiga.

Eleonora se había quedado en casa limpiando y tendiendo las camas, hasta que escucha que alguien ingresaba por la puerta, sonriendo al ver a Ishku.

—Me ha ido bien. Mira. —le enseña los peses de gran tamaño que había pescado.

—Me alegro, tenía muchas ganas de comer pescado. —dice Eleonora, tomando el canasto donde estaban los peses y llevándolos a la mesa que estaba en el patio, en la parte trasera de la casa.

Ishku le sigue, mirándola desde el umbral de la puerta, como ella limpiaba los peses, sacándole los interiores y las escamas. En todo ese tiempo que ella ha estado ahí, se había vuelto habilidosa en mantener un hogar.

Verla siempre en silencio, llenaba el pecho de Ishku de deliciosas emociones, ya que era una mujer hermosa y de cuerpo curvilíneo, lo que le hacía imposible controlar su deseo por tocarla, así que se acerca, para abrazarla, mientras ella seguía limpiando los peces.

—¿Qué haces? —pregunta Eleonora.

—Continúa trabajando, solo quiero sentir tu aroma —contesta él con voz ronca, lo que era completamente seductor.

Eleonora le dificultaba seguir haciendo sus labores, ya que él pasaba sus cálidas manos sobre su cintura y caderas, deteniéndose ante de llegar a sus pechos que estaba ansioso por estrujar, conteniéndose, pero presionándola más contra su pecho para sentir aquella respiración agitada.

Él le había rodeado completamente con sus brazos, para que no existiera separación entre ellos, separando su cabello rojizo para descubrirle una oreja, pasando sus labios sobre ella y lamer delicadamente su lóbulo, lo que estremece a Eleonora, y más al sentir la extinción de él tras su espalda.

—¡Ishku!. Suéltala.

Él palidece al escuchar a su madre que le habla severamente desde el umbral de la puerta, separándose de ella en el acto y girándose para mirarle avergonzado.

—Ven aquí. Tenemos que hablar seriamente —ordena su madre que ingresa nuevamente a la casa.

A pesar del porte de Ishku, siempre se sentía pequeño al estar con su madre.

—¿Que fui lo que vi ahí afuera? —pregunta Piara molesta.

—Nada. Solo le preguntaba cómo se sentía.

—No me vengas con escusas absurdas. Desde que has traído a esa joven a esta casa, le has mirado con deseo y eso me preocupa.

—No es necesario que lo hagas, mantenemos las distancias.

—Eso no es lo que yo o tu hermana estamos viendo en estos días. Te exijo que la desposes o la regreses con su familia, porque ella al estar cerca de ti, peligra.

—Pero madre, qué cosas dices —reprocha ofendido.

—Ya te lo he advertido. Debes respetarla y hacer las cosas como ordena nuestro señor.

Piara se retira para ir donde se encontraba Eleonora, para ayudarle con la preparación del almuerzo de ese día.

Ishku estaba molesto, puesto que su madre aún se entrometía en sus asuntos a pesar de ya tener 19 años, pero estaba en su derecho de hacerlo, ya que esa era su casa y las reglas las imponía ella.

Con determinación, sale de aquel sitio, para ir por algunos amigos, y solicitarles su ayuda.

***

De lo que más se hablaba en la aldea esos días, era sobre la construcción de la casa de Ishku.

Era sabido que cuando un varón iniciaba la construcción de su casa, era porque tenía intenciones de desposar a una mujer.

Varias jóvenes Chahiwas que estaban interesadas en Ishku, le revolotean para hablarle y preguntar quién era la afortunada, pero él solo se limitaba a sonreírles.

La comunidad, siempre ayudaba a los jóvenes que deseaban comenzar la construcción de una casa, y más aún, al tratarse de uno de los guerreros que habían traído un gran botín y gloria a su pueblo.

Sanina visitaba con frecuencia la construcción y también ayudaba en pulir la madera y a trasladar bloques de adobe, siempre siendo elogiada por Ishku, lo que aumentaba sus esperanzas.

Una noche, se había convocado a reunión de la comunidad, puesto que existía un asunto que les preocupaba.

—Varios hombres están rastreando la ubicación de nuestra aldea. —informa Mikua, el líder de los Chahiwas.

—Se les ha desorientado, dejando rastros falsos para que sigan el camino suroeste, así que están muy lejos de poder encontrar nuestra aldea —responde un guerrero maduro, llamado Utno.

—Esa gente está contratada por los Fortunato. Ya llevan más de dos meses tratando de encontrarnos.

Varios comienzan a susurrar entre ellos.

—Esa mujer debería irse, no pertenece a nosotros —comenta una mujer anciana.

—Es verdad, solo nos traerá desgracia —interviene Sanina con seguridad.

Algunos comienzan a afirmar con la cabeza ante lo que se decía.

—Ishku, tú has traído a esa joven con nosotros. Te dimos un tiempo prudente para qué te quedarás con ella, cumpliendo tus caprichos. Pero ya es el quinto mes desde que está aquí y no vemos una intención de tu parte de regresarla.

—Todos tomaron lo que quisieron de lo que trajimos desde Puerto Blanco —dice Ishku —Algunos escogieron semillas, animales y otras cosas. Mi familia solo se ha quedado con unos cuantos animales y una sirvienta. No pueden obligarme a devolver lo que es mi recompensa.

—Lo hacemos, porque no estamos hablando de un animal, hablamos de una Fortunato, y muchos de aquí les respetamos por cómo nos han ayudado, pero llevarse a su hija, eso es cobardía. —responde Mikua.

—Tarde o temprano, su familia vendrá por ella y podrían atacarnos. —Contesta una mujer asustada.

—Eso no pasará. No si somos precavidos. —responde otro de los guerreros que custodiada la aldea.

—El motivo por el cual estoy tocando el tema de la mujer Fortunato, es porque se debe de liberar, o que sea parte de los Chahiwas. Debe ser presentada ante la comunidad, si así ella lo desea, teniendo nuestra protección por ser una de nosotros.

—Yo digo que se debe marchar. Ella no es de nuestra raza, no es una Chahiwa. —rebate Sanina.

—Yo opino que es ella quien debe elegir, ya que habla y se comporta como una de nosotros. —interviene Mishki.

—Ya está dicho. Se tiene una semana para cumplir este veredicto. De no tener respuesta, la regresaremos con los suyos. —Cierra el tema Mikua.

Un Amor Tan InesperadoWhere stories live. Discover now