Esta vez, fue Yoongi quien se inclinó. -¿Y por qué crees que es así?

Jimin lo pensó. -Creo que cuando posees un cerebro tan grande como el de Jungkook, es difícil recordar las cosas pequeñas y, para él, todo se trata de cosas pequeñas. Por eso sonríe cuando se supone que no debe hacerlo y luego se queda en blanco. En ese momento es cuando recuerda su entrenamiento con Jicheol. Entonces, hace que parezca fuera de lugar.

La idea de Jungkook poniendo todo su esfuerzo, revolvió algo dentro de Yoongi. ¿De verdad estaba sintiendo lástima por un asesino? -Él me dijo que lo disfrutaba. Que disfrutaba torturar personas.

La lengua de Jimin salió disparada para lamer su labio inferior. -¿Y eso te asusta?

-Debería hacerlo, ¿verdad? Debería sentirme horrorizado al respecto. Yo solía dar caza a tipos como él, asesinos despiadados que disfrutaban de lo que hacían. Jungkook no es un buen tipo, no según los estándares normales. Y cualquier persona normal saldría corriendo y gritando en la dirección opuesta.

Jimin se encogió de hombros. -No puedes ser normal y estar con un Jeon. Simplemente no es algo posible. Viven sus vidas al extremo y también como polos opuestos. Tienen que ser los hijos sobresalientes de un multimillonario en un minuto y unos asesinos calculadores y despiadados al siguiente. No hay lugar para las meteduras de pata porque las consecuencias tendrían un efecto dominó, arruinando todo lo que Jicheol ha intentado lograr además de llevarlos a todos a la cárcel. Incluyéndome también.

-¿También asesinas personas? -preguntó Yoongi a quemarropa.

La barbilla de Jimin se inclinó hacia adelante, su expresión cautelosa, casi antagónica. - Maté a una persona, sí. El hombre que me violó repetidamente antes de que yo siquiera tuviera la edad suficiente para escribir mi propio nombre. Y también hice que le doliera. Lo hice sufrir. Y no, no me ha quitado ni un solo segundo de sueño. Tal vez, eso también me convierte en un psicópata.

Yoongi había tocado un nervio sensible. Jimin le estaba diciendo la verdad. No se sentía mal por matar a ese hombre, eso había quedado claro, pero estaba en guardia, listo para atacar a cualquiera que le dijera que debería sentirse mal por lo que había hecho. Yoongi no iba a ser esa persona. Había tenido una infancia horrible, pero de esa clase que lo hacía sentir más bien lastima por su abuelo, no causarle un trauma. Él no tenía idea de lo que sería experimentar un trauma a ese nivel, sin importar por cuánto tiempo lo hubiese estado estudiando desde un punto de vista académico.

-No eres un psicópata. Tal vez, se supone que no deberíamos decir esto en voz alta, pero no todas las muertes dejan una marca, y no todas las personas merecen ser lloradas. He entrevistado a cientos de asesinos en mi trabajo. Me he sentado frente a todas las clases de asesinos que te puedas imaginar. Personas que asesinaron a extraños, a familiares, a compañeros de trabajo, a amigos. Y en general, las personas que están en mayor paz con sus decisiones, son aquellas que mataron a sus abusadores. Sabían que esa era la única salida. Así que cumplen su sentencia con una sonrisa en sus rostros.

Los hombros de Jimin se desplomaron y Yoongi sintió que había pasado una clase de prueba la cual ni sabía que estaba tomando. Jimin lo estudió de cerca antes de preguntar: -¿Por qué no entregaste a Jungkook? Eres un Federal. Él es un asesino. Sus hermanos están convencidos de que estás reuniendo pruebas de todos nosotros, pero yo no lo creo. Es decir, conozco a Jungkook. Está tan loco por ti que te confesaría cualquier cosa. Podrías haber envuelto este caso en papel para regalo y lazo, en un día y medio. Es obvio que te gusta, aunque es muy raro. Pero, ¿por qué darle la espalda a todo por lo que trabajaste tan duro? ¿No te tomó mucho para poder convertirte en un agente?

Yoongi casi no respondió. Se había estado guardando para sí mismo sus pensamientos y sentimientos acerca de su pasado. -Me dieron la espalda. Yo tenía una reputación impecable, poseí un nivel peligrosamente alto de precisión con mis perfiles, y cuando finalmente se enteraron de cómo lo había logrado, no solo no me creyeron, sino que me metieron en una institución mental y amenazaron con dejarme allí mientras que dejaban libre a un asesino serial que torturaba mujeres. Supongo que aprendí, que el bien versus el mal no es realmente blanco y negro. No todas las vidas son sagradas. Y que algunas personas han perdido su derecho a seguir respirando.

M.N. (1-7)Where stories live. Discover now