Capítulo 29

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Mentiría si no dijese que esa semana fue un auténtico infierno.

Al volver de Colorado, digamos que se nos vino un poco encima nuestra rutina en general; yo debía concentrarme en mi trabajo de fin de grado si pretendía sacarme la carrera, ya que no iba a hacerlo ella solita —por Dios, ojalá— , y Maxon tenía tanto trabajo que el pobre llevaba incomunicado del mundo toda la semana.

Sinceramente, un "descanso" de su vida privada no le vendría nada mal. Sabía que su trabajo era lo único que conseguía mantenerlo ocupado y distraído, y, además, por lo que me contó hace un tiempo, las investigaciones se le amontonaban, así que digamos que trabajo, no le faltaba.

Pero no me importaba, porque estaba enfadada con él.

Muy enfadada, de hecho.

Te pondré en situación; hace un par de días, su mejor amigo (alias El Bocazas de Liam) me soltó de pronto que el cumpleaños de Maxon era este sábado.

Sí. Su maldito cumpleaños.

¡Y yo no tenía ni idea!

¿Cómo no se me había ocurrido nunca antes preguntarle qué día era su cumpleaños? Y, aún peor, ¿Cómo es que el idiota de mi novio no había dicho ni pío?

Adoraba los cumpleaños, y, sí. Sé que, probablemente, no le gustaría celebrar el suyo después de la temporada tan dura que estaba pasando.

Pero necesitaba animarlo. Necesitaba... cuidarlo, mimarlo. Y aunque odiase a la mayoría de la gente, las celebraciones, las sonrisas y probablemente la felicidad en general, mi cabeza ya estaba maquinando un plan perfecto en el que no se sentiría incómodo.

Os dejaré aquí la lista donde escupí una lluvia de ideas algo confusa:

-Hacerle una pizza casera (porque odia el azúcar y no aceptaría una tarta por nada del mundo) sin que me retuerza un tobillo. Y si lo hago, que sea a poder ser el mismo.

-Invitar a Suki, Liam y a algún compañero de trabajo, incluyendo a Sarah.

-Cumplir la idea número 2.

-No borrar a Sarah en el número 2.

-Enmarcar en un marco nuevo la foto.

-Sorpresa en el bosque.

-Hablar de eso.

Como ves, no es nada del otro mundo. Ni siquiera me iba a esforzar comprándole una sudadera, una bata nueva para el trabajo o un telescopio, porque sé que no tendría sentido.

El telescopio que tenía no lo cambiaría por nada del mundo porque era de su hermano.

La bata de su trabajo tiene un significado especial para él porque fue el único regalo que recibió de parte de su madre sin que se enterase su padre.

Si le regalase una sudadera, probablemente me pondría el piso patas arriba buscando el ticket de devolución porque no podría vivir a sabiendas de que he gastado un humillante dólar por él.

En fin, digamos que era un chico complicado.

(Pero recordemos que nos encanta el chico complicado).

Así que, me aseguré de que Maxon estaba realmente ocupado en una reunión —porque le habían ofrecido dar una conferencia en Boston (¡Una conferencia en Boston!) — para poder colarme en su trabajo y encontrar a Sarah y a algún compañero de trabajo suyo íntimo.

Con cautela, me acerqué a las puertas que solo se abrían con los identificadores de los trabajadores intentando colarme como pudiese, pero la suerte no estaba de mi lado.

SIZIGIA ©Where stories live. Discover now