Capítulo 22

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No puedo decir que no me dio pena volver a la rutina porque, después de todo —y con todo también incluyo lo bueno; como que voy a ser tía y lo que pasó esa noche entre Maxon y yo, sobre todo nuestro relajante baño —, sentí una nostalgia enorme.

El trayecto de vuelta se hizo bastante corto. Los chicos fueron en el coche de Maxon y nosotras en el de Suki, pero conduje yo. Le dije que se relajara y que me contara con detalle absolutamente todo, y ella me pidió a mí lo mismo.

—No te creo.

—Ya, pues...

—¡No te creo! —chilló, entusiasmada, tapándose la boca —. ¿Tú? ¿Y Max? ¿¡En mi puta cabaña!?

Me encogí de hombros y fruncí las cejas, como si estuviese preparada para un golpe.

—Lavamos las sábanas, te lo prometo.

—¿Bromeas? Eso me importa una mierda. ¡Al fin os habéis liado después de tanto tiempo! —suspiró, contenta, y se apoyó en la ventanilla — Quién diría que acabaríamos enrolladas con otros dos mejores amigos.

Sonreí.

—Sí, la verdad es que suena a cuento —no pude evitar colorarme — Venga ya. Como si tú no te lo hubieses montado anoche con Liam.

—Hombre; por supuesto. Es mi casa y mi chico. Y el futuro padre de mi hijo. Además, le dije que le haría un pequeño favorcillo por haber cedido en lo de la película.

Me dedicó una sonrisa maquiavélica y yo negué con la cabeza.

Después, hablamos sobre el tema del bebé, por supuesto.

Me comentó que temía comentárselo a los padres de Liam, porque no llevaban muy bien eso de ser padre tan joven, pese a estar Liam conforme con ello.

Suki dijo que lo que opinaran sus padres le daba igual. Al principio, se negaba a tenerlo. Jamás había querido tener hijos.

Como me dijo a mí, su plan era ser la tía guay que daba paga y sobrealimentaba a sus sobrinos, pero que se encariñó con ese "guisantito viviente" en cuanto supo que estaba ahí, y que lo decidió justo en ese momento.

Al llegar a la ciudad, Finn ya había empaquetado sus cosas y esa misma semana se marchaba. Todo era... demasiado repentino, pero bueno, parecía que las cosas entre ellos iban muy bien.

Liam acompañó a Suki al médico y yo los esperé a la salida. Fuimos a una cafetería cerca de donde se encontraba su nuevo piso, y de paso me lo enseñaron. Ese viernes, firmaron el contrato y podían ir llevando sus cosas allá.

Maxon se pasó toda la semana trabajando. Fue horrible. Ni siquiera sé cómo no me pudo el aburrimiento y la "dependencia", pero aguanté como una campeona.

El viernes salí con rapidez de la biblioteca pública de la ciudad, porque él me estaba esperando fuera. Quedamos en cenar en su casa, para familiarizarme un poco con el gato y al siguiente día empezaríamos a hacernos compañía mutuamente.

Apoyado en su coche frente a la puerta de la biblioteca, y el corazón me dio un vuelco. Estaba atacada de los nervios, pero aun así fui casi corriendo a su dirección y le di un abrazo de oso. Iba a decir asfixiante, pero la situación era más propensa de ser al revés.

—Hola —murmuré contra su pecho, agotada.

Me apartó el pelo de la cara, acunó mi cara con sus manos y me tendió media sonrisa.

Tenía una expresión casi infantil, como... emocionada pese a estar tan cansado.

—¿Qué tal estudiando?

SIZIGIA ©Where stories live. Discover now