Capítulo 14

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Llevaba una semana entera subiéndome por las paredes. Finn y Suki acabaron pasaron de mí, porque cada día que llegaban a casa, había alguna decoración navideña nueva que... bueno, se me hacía imposible no comprar.

¿Y lo mono que quedaba el piso, qué?

Obviamente, el árbol de navidad llevaba montado casi un mes. Yo solo me limité a comprar velitas con estampados navideños. Ya sabes, dibujos de pinos, de gorros navideños muy monos, angelitos... en fin, todo ese tipo de cosas típicas de la navidad que mis padres siempre describían como "vomitivos".

Que, por cierto, hablando de familia... no me apetecía nada celebrar la navidad con ellos. Jamás había sentido eso. La navidad para mí era la época más importante del año, junto al otoño, claro. Pero la navidad era sagrada. Eran días reservados por y para la familia, amigos, íntimos.

Pero después de lo que pasó con Aaron, no quería saber nada de ellos, al igual que ellos no querían saber nada de mi hermano pequeño ni de mí.

Y es que no me entraba en la cabeza. No entendía cómo podían ser tan calculadores. ¿Por qué? ¿Qué más da si a su hijo le gustaban los chicos, el deporte, y no las chicas y contabilidad? ¿Qué problema había con eso?

Durante la semana, había hablado mucho con Aaron. No por su parte, claro está que la pesada entre los dos soy yo, pero en el fondo sé que agradecía esas llamadas.

Había vuelto a casa, lo cual era una buena noticia porque no tenía que andar pidiendo a cualquiera techo, pero eso significaba que volvía a convivir con mamá y papá.

Así que sí, nos iba a esperar un día de navidad movidito.

Era veintidós de diciembre, lo cual significaba que quedaban dos días para nochebuena, y no podía estar más entusiasmada.

Suki, Finn y yo íbamos a hacer una cena con algunos invitados. Jess, por supuesto, ya que su familia vivía a unas once horas —sí, once horas —, Liam y Tom.

Sí... lo había invitado. Y, la verdad es que estaba bastante confusa con él. Con lo que pasaba entre nosotros.

Sinceramente, no tenía ni idea de por dónde tiraba la cosa. Yo no sentía ese tipo de conexión. Demonios, era imposible olvidar a Blake tan pronto, por lo que no sentía esa chispa. Sí, estaba segura de que era por eso.

De todas formas, no nos iba tan mal. Yo iba a veces a verlo a sus competiciones y él... bueno, quedaba conmigo cuando podía, pero siempre intentaba sacar un rato para verme.

Y, justo, en ese momento, estaba en el salón esperándome para salir.

Iba bastante sencilla; unos vaqueros negros ajustados, mis fieles botas con algo de plataforma, un jersey gris con perlas ajustado y por encima un abrigo negro.

Quedamos en ir al centro, pasear y cenar en algún sitio.

—¡Livvie, tu novio empieza a aburrirse!

—Que no es mi novio —susurré desde mi habitación, como si alguien pudiese escucharme.

No le hice esperar más y aparecí en el salón. Nada más verme, Tom se puso en pie y se acercó a mí. Iba guapo, elegante; como siempre. Pantalones negros, abrigo negro y largo y un jersey de cuello blanco.

—¡Fíjate! Vamos casi iguales —canturreó mientras me agarraba de la cintura y me daba un beso corto en los labios.

Sonreí y me despedí de Suki, que estaba divina. Esa noche había quedado con Liam en su piso. Pobre Maxon. Con lo que era, seguro que se encerraría en su habitación hasta que no se escuchase ni un solo ruido.

SIZIGIA ©Where stories live. Discover now