Capítulo 6

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—¿Ves? No era tan complicado —se regodeó. Aunque en realidad, intentaba animarme.

Me contagió la sonrisa.

—Dijo el alemán —vacilé, y cerré rápidamente el libro al ver que ya casi estaba en el marco de la puerta. Apresuré a acompañarlo a la puerta.

Lo bueno de esa hora era que ni Suki ni Finn podían andar por ahí haciendo vete tú a saber qué. No sé por qué era bueno. Simplemente no me fiaba de Suki con sus dotes de ligue ni de Finn y su reciente inestabilidad emocional.

Llegamos a la puerta y él se colocó la chaqueta. Esa noche refrescó y comenzó a llover a mares.

—Habrás venido en coche, ¿No? —le pregunté, por sacar algún tema de conversación. Y por si necesitaba cobijo.

—No —me dijo, mientras ajustaba la tira de su mochila negra —. Viene Liam a buscarme. Debe de estar ya.

Nos quedamos el uno frente al otro.

—Ah, genial, entonces —esbocé media sonrisa.

—Sí —se rascó la nuca.

Silencio.

La luz se hizo cuando dos personas subían por el ascensor cotorreando como hurracas sin parar, alegres, cuando me quedé paralizada al ver que se trataba de nada más y nada menos que de Finn. Finn y Jess.

Me quedé boquiabierta. Lo siento, no pude fingir.

—Ah, hola Maxi Max —le saludó Finn, divertido. Este apretó los labios y asintió, en forma de saludo.

Finn se quedó frente a mí con Jess, que era igual de alta que yo sin tacones y tenía pinta de estar resfriada, pese a estar magnífica.

—¡Hola! —los saludé, emocionada al ver la sonrisa de mi amigo —. ¿Qué...?

—Tranquilos, nos vamos ya —me cortó Finn. Puse una mueca de sorpresa —. He venido a por las llaves del coche.

—¿Os vais? —pregunté, muriéndome de la curiosidad.

Maxon enarcó una ceja. Dirigida hacia mí y a mi impulso por chismorrear.

Me declaro culpable.

Y tan culpable...

Chsssst.

—Sí —sonrió ella, algo tímida. se colocó el pelo y cogió aire —. Vamos a ir al restaurante de mi padre.

No podía creerme que mi bochornoso plan hubiese funcionado. ¡Madre mía! ¡Que iban a tener una cita!

Qué suerte tienen algunos.

Finn salió de casa con las llaves, nervioso, y por ello, se le cayeron al suelo. Típico de él.

Yo negué con la cabeza. Maxon... en fin, no daba crédito. El pobre tenía que estar flipando de lo raritos que éramos los de ese piso. Y Jess... sonrió como si le fuese la vida en ello.

Se despidieron alegremente y desaparecieron de nuevo por el ascensor.

Y... de nuevo solos. Y de nuevo, esa incomodidad extraña.

Los dos volvimos a mirarnos, y sentí como si...

Oh, ¿Quizá se había olvidado algo dentro? ¿Quizá Liam aún no había llegado? No podía preguntarle eso, quedaría totalmente fuera de lugar, como si quisiera que se fuese.

—¿Quieres pasar y hacer rato hasta que llegue Liam? —le ofrecí, y sacudió la cabeza, negando.

—No —dijo firmemente. Whoah, vaya rudeza —. Quiero decir... estará ya abajo, esperando.

SIZIGIA ©Место, где живут истории. Откройте их для себя