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C a p í t u l o : 2 8

EDMON:

Me levanto de la cama y me pongo una camiseta limpia junto con unos vaqueros y mis botas. Tomo mis llaves y antes de salir de casa, le envío un mensaje a Heve.

Yo: ¿Crees que podamos hablar?

Trago saliva y cierro la puerta al salir. Había olvidado que anoche terminé aparcando en frente, de modo que cruzo la calle y camino hacia mi coche, pero me detengo a menos de un metro cuando mi teléfono comienza a sonar en mi bolsillo, y de inmediato pienso que es Heve.
Pero no es el tono personalizado que le he puesto al número de Heve...

Me quito el celular del bolsillo y gruño al ver el número. Pienso en ignorar la llamada y dejar que salte al buzón cuando veo que se trata de Adrien, pero contesto para dejarle las cosas claras de una vez.

—¿Qué parte de "no vuelvas a joderme" no has entendido? –bramo. —Gracias a ti no dejan de aparecer los putos problemas...

—¿Edmon? –es la voz rota de Heve lo que hace mi desesperación despertar. —Me han obligado a subirme a su coche, están poniéndole gasolina, le he quitado el móvil. Por favor, tienes que ayudarme.

Se oye asustada, y cuando me doy cuenta ya estoy encendiendo el motor de mi coche.

—¿Heve, en qué gasolinera estás? –pregunto desesperado cuando acelero al siguiente segundo.

Joder, necesito ir por ella. Ese maldito hijo de puta me las pagará.

—No sé donde queda, el único letrero que hay tiene una especie de cocodrilo y dice "Estación Once". Pero no creo que nos quedemos aquí demasiado rato más.

—Sé donde es. Intenta distraerlos, ¿vale? Espérame, Heve, iré por ti. 

Joder, si le ocurre algo a ella, será el fin de todo. Manejo lo más rápido que puedo. Pero luego me doy cuenta de que no puedo ir allí sin un escudo, necesito compañía. Deberé perder el orgullo y pedirle ayuda a mi última esperanza.

Me detengo en la acera de la jefatura y salgo disparando hacia el interior.

—Busco al Jefe de comando. –le digo a la oficial que atiende en la recepción.

—¿Necesitas algo? Él está en un asunto...

—No me importa qué asunto sea, se trata de la vida de su hija.

Joder, no es su maldita hija, pero es su sobrina, comparten la misma sangre. Él tiene que poder hacer algo.

—¿Heverly? Claro... Está en su oficina es la puerta del fond...

No le dejo terminar cuando avanzo rápidamente hacia donde me señala. Abro la puerta sin golpear y su mirada se eleva con sorpresa. La amargura cruza por su rostro cuando me reconoce.

—¿Qué mierda estás haciendo? ¿Quién te crees que eres para entrar así aquí?

—Heve está en peligro. La tienen unos antiguos colegas míos. –digo, sin hacerle caso a sus preguntas.

Su mirada parece suavizarse, pero aun conserva el ceño fruncido.

—¿Y? Lograste meterla en problemas, ¿qué tengo que ver yo con eso?

Lado Peligroso Where stories live. Discover now