7

2K 135 16
                                    


C a p í t u l o : 7

C

oldplay suena en mis oídos mientras observo la noche caer. Estoy muriéndome de frío, ya que mi vestido y mis botas aun continúan mojadas por mi reciente intento de salvar a Edmon, de la nada misma, ya que nada grave ocurría.

Miro de reojo a Edmon, su cabello aún sigue húmedo, tiene puesta su chaqueta y abajo va sin camiseta, las mangas están enrolladas hasta sus codos, y me detesto encontrarlo tan sensual cuando estoy enfadada con él, y cuando sé que la única cosa que debo hacer es mantenerme lejos de él.

Luego de unos minutos, finalmente la batería de mi móvil muere, y la música se corta. Me quedo en silencio unos segundos, hasta que la intriga acaba con mi paciencia.

La pregunta lleva todos estos días en mi cabeza, y es hora de hacerla.

—¿Puedo preguntarte algo? –digo en voz alta, para que Edmon pueda oírme claramente.

Gira su cabeza hacia mí, y su mirada me atraviesa. Aunque ya no lleva ese odio que ha llevado toda esta última semana.

—¿Qué?

—¿Por qué has vuelto a odiarme?

Se queda callado, como si le sorprendiera mi pregunta. No deja de mirarme, y puedo notar como su mirada se oscurece y su mandíbula se tensa.

—No sé de qué hablas. –suelta finalmente.

Yo río irónicamente. ¿Ha pasado de mí todo este tiempo solo porque si?

—Te recuerdo que es a ti al que una mosca le ha picado en estos días. Eres tú quien un día me salva de ser arrestada y al otro me trata como una basura.

—Eres tú quien oculta las cosas y finge ser buena. Eres igual que el resto, una hipócrita. –ataca, mirándome fijamente.

Yo sacudo la cabeza.

—Nunca fingí ser otra persona, soy yo justo ahora, hace una semana y hace dieciocho años. Tú eres el verdadero imbécil en todo este lío.

—¿Eso crees? ¿Acaso me equivoco cuando digo que vienes al campamento a fingir que eres buena persona, y luego te reúnes con toda esa gente rica a reírte de nosotros? Porque es exactamente eso lo que imagino.

—Te equivocas. Yo no soy como ellos.

Él solo se ríe irónicamente y voltea los ojos. En vez de soltar otra de sus tonterías, se quita el teléfono del bolsillo y se coloca los audífonos. Comienzo a oír el zumbido de su música y pasan unos cuantos minutos mientras él la oye.

La humedad de mi ropa comienza a hacerme efecto cuando se ve demasiado fría. Me he traído un abrigo, pero no es suficiente para dejar de hacerme temblar. Me recuesto en el suelo y cierro mis ojos con la intención de dormirme para no sufrir este horrible congelamiento.

—¿Tienes frío? –lo oigo preguntar, y me doy cuenta de que lleva rato sin oír música.

—El vestido sigue húmedo. –respondo sin voltear a mirarlo.

Pero finalmente lo hago un poco cuando lo oigo removerse, más el ruido de un cierre. Luego me cubre con una manta oscura que huele exactamente igual que él.

Encuentro su mirada fija en la mía, al instante mi cuerpo comienza a sentir calor. Aunque algo dentro de mí dice que no se debe a la manta, sino a Edmon.

—Gracias. –digo, y él asiente con la cabeza antes de mirar hacia otro lado.

Me doy la vuelta y cierro mis ojos, intentando conciliar el sueño entre todo este bosque. Los minutos pasan mientras oigo a los búhos, algunos muy lejos y otros muy cerca. Finjo estar dormida cuando oigo a Edmon removerse detrás de mí. Me doy cuenta de que se ha recostado detrás de mí para dormirse. Luego de unos segundos suelta un largo y agotado suspiro.

Lado Peligroso Where stories live. Discover now