6

2K 124 8
                                    


● C a p í t u l o: 6 ●

EDMON:

La tormenta ha cesado, estoy de pie contra el capó de mi coche mientras mantengo la mirada fija en aquella puerta.

Creí que con aquella travesía de intentar escapar de la casa de Zander junto a Heve y luego reírme con ella en mi coche me había tranquilizado, pero no es así.

Ni por una puta mierda.

He vuelto a recordar las palabras de la chica de ojos bonitos. He vuelto a recordar lo que dijo, el miedo en su voz y la desilusión en sus palabras al saber que todavía sigue temiendo que vuelva a ocurrir.

No le tengo miedo a nada, porque ya lo viví todo a mi corta edad. He estado en peligro muchas veces por cosas insignificantes.

Pero en este momento, estoy arriesgándome por algo que vale la pena arriesgarse.

Comienzo a andar cuando lo veo salir y ponerse la chaqueta de su cargo, comienza a caminar por la acera en lo que parece ser la busca de su carro. Cruzo la avenida y me subo a la acera para seguirlo. Lo sujeto de aquella horrible chaqueta y lo arrincono contra la vidriera de una panadería que aún está cerrada.

Lo sujeto del cuello y le muestro quien soy. Y el capullo me reconoce. Está asustado y niego con la cabeza cuando hace el intento de tomar su revólver de su cinturón. Presiono mi agarre y su cuello se torna color carmesí.

—Seré breve, colega. Si me entero de que Heverly se incomoda con tu presencia o que tan solo piensas en ella, tendrás problemas. Te cortaré la polla y te la pondré de corbata para que la luzcas con estilo en ese puesto importante tuyo. ¿Te quedó claro?

Él asiente con la cabeza, pero no es suficiente. Lo sujeto con más fuerza y él jadea.

—Te he preguntado si te ha quedado claro.

—Si. –responde.

Entonces es cuando le muestro una sonrisa, la cual índica que no estoy de broma.

—Bien.

Lo suelto y me regala una última mirada antes de subirse a un coche blanco y acelerar a toda hostia. Yo regreso a mi coche y tomo dirección hacia mi lado de la ciudad, una vez más.

Al llegar al patio del comedor, me estaciono y limpio un poco el parabrisas del agua que le ha caído. Oigo los pasos detrás de mí y me doy la vuelta.

Adrien se detiene frente a mí, con las manos dentro de los bolsillos de aquella chaqueta de jeans que siempre carga, luciendo como si estuviera del lado bueno de la vida.

—¿Qué coño quieres aquí? –bramo.

No estoy de humor para soportar otra de sus propuestas. Creí haberle dejado claro que no quiero verlo ni en pintura.

—Te he visto con esa tía hoy. –indica. —¿Qué coño te pasa, eh, Edmon?

—¿De qué hablas?

—¿No lo sabes todavía? Esa tía que llevas en tu coche, es la mismísima hija del Jefe de la policía. Estás tratando de entrar en el cuento equivocado, hombre.

Lado Peligroso Where stories live. Discover now