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C a p í t u l o : 1 0


El silbido que suelta Edmon me hace mirarlo, sintiendo ganas de que este momento no ocurra en cuánto sé a lo que le ha silbado.

—¿De quién es esa Jeep? –pregunta cuando se detiene frente a mi casa.

Observo la brillante pintura nueva de la camioneta con disgusto y luego respondo.

—Mía. Mi padre me la ha obsequiado esta mañana.

No hay emoción en mis palabras. Y Edmon parece notarlo.

—Así que va en serio eso de no hacer que me tome las molestias de traerte. –bromea.

Me giro hacia él y sonrío por primera vez desde que se ha estacionado.

—Me he sentido fatal cuando dio las llaves. Quiere enseñarme para que pueda andar sola lo antes posible.

Él asiente con la cabeza y mira nuevamente hacia la Jeep antes de encogerse de hombros y dejar que su mirada vuelva a mí.

—Si quieres puedo ensañarte. Pero no con ese, sino con este.

—Creí que nadie tenía el privilegio de tocar tu coche. –recalco con una sonrisa.

—No puedo decir que no cuando te ves tan emocionada por manejar ese monstruo de allí. –bromea mientras que señala con su dedo índice a la Jeep.

Pongo los ojos en blanco y luego le regalo una mirada. No puedo evitar sentirme divertida con la ironía del tema: mi padre me regala una camioneta para que me mantenga alejada de Edmon, y es él quien va a enseñarme a conducirla.

—No tengo nada de valor para pagarte. –indico.

—¿Y qué es lo que tienes para darme?

—No lo sé. ¿Qué quieres que te de?

Mis pensamientos se detienen en el momento en que me doy cuenta de que estoy coqueteando con Edmon dentro de su coche. De un segundo a otro, comienzo a notar lo bien que se siente.

Edmon me regala una mirada maliciosa y luego relame sus labios, y mi corazón late de forma más acelerada cuando logro divisar un poco de aquel pierceng plateado en su lengua.

Aquella barra de metal que he sentido contra mi lengua una vez...

—Estás haciendo promesas que no cumplirás, Ojos Bonitos.

Le sonrío de una manera distinta. Los minutos con Edmon aquí dentro se han pasado de un borrón y no me he dado cuenta. Pero lo hago en cuanto veo el auto de mi madre doblando en la esquina.

—Debo entrar. ¿Te veré mañana?

—Claro que si, Ojos Bonitos.

Le sonrío una última vez y luego me bajo de su carro. Me encuentro con mi madre en la puerta y noto como me sonríe con aires de picardía.

••••

No puedo evitar abrazar a Maggie durante un minuto y medio cuando se presenta en el campamento junto a Zander. Había sentido que pasaron años desde la última vez que la vi.

No lo sé. Hemos pasado mucho tiempo juntas y me he sentido conectada a ella de una manera única, tanto que no puedo evitar sentirme feliz de verla.

Edmon se une a nosotros bajo el gran árbol que más sombra parece dar en este calor.

—¿Tendrás tiempo para ir al fogón? –le pregunta Zander a Edmon, y él asiente con la cabeza.

—No tengo otra cosa para hacer además de crear lazos únicos con los demás. –responde fingiendo una sonrisa.

Lado Peligroso Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα