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•C a p í t u l o: 1 •

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EDMON:

Exhalo una bocanada de humo mientras que observo el sol ponerse en el horizonte. Le paso el porro a Ad, quien lo coge y se lo lleva a la boca para calar de costumbre.

—Tengo algo bueno. –dice.

Sonrío. Sabía que iba de algo como eso, no me habla si no es para el trabajo sucio. Tampoco estoy desesperado por tener que entablar una amistad con él. Esto es solo trabajo de vez en cuando.

—Pues, corta el rollo de ver el atardecer porque es lo menos que me importa en este momento. –le digo.

Él exhala el humo mientras voltea a mirarme.

—Mañana por la noche. El banco.

Trago saliva y me quedo serio esperando a que se largue a reír y que esté bromeando, pero eso no ocurre.

—¿Estás de coña?

Él sonríe y ladea la cabeza.

—Mañana por la mañana se juntará la recaudación mensual, el camión blindado estará allí en la madrugada del sábado. Si somos rápidos y listos, podremos llevarnos incluso medio millón.

Tomo el porro y sacudo la cabeza. Quiero decir, he robado desde mi adolescencia, he visto cosas que un tío de mi edad no debería ver. He tenido buenos atracos, pero jamás algo así. Robar un Banco está más allá de mis límites, y no porque piense en las personas, sino porque no quiero pasar el resto de mi vida metido entre tres paredes y una reja si algo llega a salir mal.

—Paso. –le respondo, y vuelvo a mirar el sol naranja.

—Oh, vamos hombre. Sabes que lo necesitas, el comedor de tu madre está a un viento de desmoronarse. Eso además del arreglo de tu coche.

Tiene razón. Mi preciado coche es mi única joya valiosa, lo único que me ha quedado de mi vida pasada. Y el comedor comunitario es algo que no se puede perder. Me lo pienso unos minutos hasta que Adrien vuelve a insistir:

—Entonces, ¿lo harás?

El humo del porro abandona mis pulmones. Miro hacia el resto de la ciudad, preguntándome qué tan jodido puede ser esto. Vuelvo a fumar y sacudo la cabeza antes de mirar a Adrien

—No lo sé, hombre. Es un banco, jamás hemos dado un golpe así antes.

—Piénsalo bien, tío, es mucha pasta en juego. Quizás nunca jamás tengas que mover un puto dedo en tu vida.

Lado Peligroso Where stories live. Discover now