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C a p í t u l o : 2 6

HEVE:

Me ha mentido.

Me duelen hasta los huesos y lucho para no partirme en un tonto llanto a medida en que camino detrás de Edmon.

Sé que era él, el tipo con el que Edmon peleó en la fiesta donde comenzamos lo que tenemos. Quien era su compañero de robos.

Cada vez reúno más sospechas. ¿Qué quería ese tipo de Edmon? ¿Y por qué él pareció tan extraño al verme?

Lo miro y una parte de mí no quiere generar dudas, pero la parte que queda... No hace más que hundirse en ellas.

Intento cambiar mi expresión cuando Edmon me guía hasta la mesada de metal donde se la pasa cada noche cocinando. Frente a mí coloca una bandeja de Tiramisú.

Entonces consigo sonreír un poco más.

—No voy a tener control cuando es mi postre favorito. –le aclaro cuando me pasa una cuchara.

—Yo tampoco planeo tenerlo.

Suspiro. No puede ser. Él no pudo haber participado en esto, no cuando me está sonriendo de esa manera.

Inserto mi cuchara en la suave textura y sonrío nuevamente. Me lo llevo a la boca y gimo cuando la combinación de sabores explota en mi lengua. Vuelvo a mirar a Edmon, mientras que él me sonríe a la espera de que diga algo.

—Es el mejor que he probado. –le digo con sinceridad.

—Yo lo hice.

—Se nota. De otra manera no podría considerarlo el mejor. –le hago un sutil guiño.

Él relame sus labios mientras alza sus cejas hacia de un modo pícaro.

—¿Intentas seducirme con halagos?

—¿Tú qué piensas?

—Pienso que este tiramisú sabría mejor sobre ti.

Trago saliva de golpe y me atraganto un poco. Jamás estoy preparada para sus guarradas. Le regalo una sonrisa y luego sacudo la cabeza.

—Es tarde, y tengo que irme ya. Gracias por el postre.

—Déjame cerrar la bodega y te llevo a tu casa, me queda de paso.

Asiento con la cabeza y lo espero hasta que termina con toda su lista de tareas. Cierra la puerta delantera y después ambos salimos por la puerta del callejón.

Lo espero bajo la única fuente de luz que hay mientras que él asegura todo. Entonces se acerca a mí un poco, deteniéndose casi en la oscuridad, aunque todavía puedo verle la sonrisa que me dedica

—Ven aquí. –dice, y toma mi mano, jalando de mí hasta apoyarme sobre el capó de su auto.

Sujeta mi culo y su boca encuentra la mía. Mis pensamientos se borran junto a mis dudas y teorías. Edmon me besa y yo olvido el resto del mundo.

No existe otra cosa en mi mente, esto es mejor. Esta es la verdad, nosotros.


••••


Es sábado. Y estoy de camino a la casa de Edmon. Me recojo el cabello al bajar del autobús y respiro profundamente cuando veo a Edmon esperándome.

Me le acerco y lo saludo con un beso que nos mantiene ocupados varios segundos. Su boca se separa de la mía y su mirada cautivadora me salva de algunos sentimientos oscuros.

—¿Va todo en orden? –pregunta y me quita la mochila que cargo en mi hombro para pasarla al suyo.

—Ajá. Tengo un poco de sueño, y mucha hambre. –le sonrío. —¿Qué vas a cocinar para mí?

Lado Peligroso Where stories live. Discover now