¿Cómo se llama esto?

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Muchas gracias por su apoyo, espero que esto les guste.

Declaimer:

Naruto NO es mío, es de Masashi Kishimoto.

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Episodio

VIII

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"¿Cuánto tiempo podremos pretender que esto es correcto? Incluso en nuestra desesperación no dejamos de ser egoístas"

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Sus labios ardieron. Era como si tuviera una especie de viga de hierro caliente contra su piel, como si la propia epidermis palpitara dolorosamente. Atinó a separarse poco a poco del rostro de Hinata. Sería mentira si dijera que aquello no había sido más que un impulso propiciado por las hormonas. En realidad, él lo había buscado. Observó fijamente el rostro sonrosado de la pequeña muchacha que sostenía entre sus brazos. Las fibras de su cuerpo temblaban y sus belfos tan dulces le llamaban sutilmente. Un tanto hipnotizado pasó las puntas de sus dedos por el contorno rojizo de su boca y una extraña opresión caliente le atacó el pecho.

Se sintió irritado.

Lo que estaba sucediendo no tenía ningún sentido, todo era tan irracional que estaba a punto de volverse loco. Las palabras de la Hyuuga, aunque sorprendentes, no eran más que una molestia. ¿Qué le importaba a él si ella iba a morir? ¿Por qué debía aceptar entrar a ese estúpido juego de roles? ¿Qué sentido tenía convertirse en un arma por el simple hecho de satisfacer su lamentable existencia? Estúpido. Él no necesitaba involucrarse con ella, no quería hacerlo, su vida no estaba destinada a esa clase de camino; desde hacía mucho que había decidido permanecer en la comodidad de la soledad, pues había renunciado a la felicidad y sus dolores, tan sólo se dedicaría a seguir pagando por los pecados que había cometido en el pasado, no en un plan de redención, sino de castigo, pues lo que había hecho no merecía perdón alguno. Jamás podría ser perdonado. Sin embargo, para su sorpresa, siempre terminaba corriendo alrededor de esa mujer tan extraña.

Tenía que aceptarlo.

Ya no podía alejarse de ella.

Aunque no quisiera pensar de ese modo en lo absoluto, estaba deseando perderse nuevamente en esos labios. De una manera menos arrebatada y más profunda para su gusto. Pero, sin importar que lo admitiese a regañadientes, eso no hacia mella en su enfado. Hinata tenía la culpa. El gato lo sabía. Era ella quien lo había orillado a esa clase de inútiles sentimientos.

La destrozaría.

Sus ojos se afilaron y el entrecejo se le frunció un poco más. Con la mano que le acariciaba los labios, se aferró a su rostro con fuerza. Ella se quejó y abrió los ojos desorientada. Ese par de perlas eran tan brillantes e inocentes. Lo único que deseaba hacer en ese instante, era romperlas.

Apretó la quijada y se cernió sobre Hinata, el peso de su cuerpo logró tumbarla de espaldas contra el piso. Ella lo observó, pero no lo apartó, ni siquiera cuando sus mejillas—que estaban siendo apretadas—dolieron. Su respiración era rítmica y un poco acelerada, sus pechos que sólo eran cubiertos por la tela del sostén subían y bajaban. La cicatriz que le había hecho ver, comenzó a arder con cada latido que su corazón profesaba dentro de sus costillas.

El aire fue más pesado a partir de este punto para sus pulmones.

Lentamente la ansiedad le estaba invadiendo.

Say Goodbye Dear Stray CatWhere stories live. Discover now