treinta y uno

85 19 36
                                    

かまど, 栗花落 カナヲ
estragos: capítulo treinta y uno
«tú sí eres tú, pero ella ya no es ella»


treinta de mayo


Soy tu hija.

Tres palabras que inconexas no tienen sentido; apenas tres míseras palabras que le hizo voltear a ver nuevamente al joven que antes abofeteó para escudriñarle el rostro que ahora no le parece tan ajeno; tres palabras que le hiela la sangre para sumirse en un profundo miedo desconocido; tres palabras que ahora no suenan ni distantes ni vacías. Una realidad arrebatada, resquebrajada por el tiempo y herrumbre de olvido. Huele distinto, el olor que desprende ese joven me es conocido...

Archie y Sanemi intercambiaron miradas, alarmados. ¡Vaya, Archie, estás muy herido, vamos al hospital y luego por un helado y luego te regalaré un cambio de ropa porque eres la hermana adoptiva de mi sobrina! Y Archie, quien estaba igual de incómodo que Sanemi, aceptó sin más impedimentos. ¡Sí, Sanemi-san, creo que la cerda ya va a dar a luz, hay que ir a verla para ayudarla en algo! Y así fue como ambos desaparecieron de la escena que se gestó de la nada, justo cuando ya estaban por irse.

El joven desconocido había recogido sus flores, indeciso, y después volteó hacia Tanjirou. Le estudió el rostro, la edad, las arrugas, la barba que no aparecía en los relatos de su madre, el ojo ciego que parecía ser amable a pesar de todo. ¡Oye, anciano, debo decirte algo! Pero Tanjirou había seguido caminando hasta que el joven sin más remedio le gritó lo que nosotros ya sabíamos: ¡soy tu hija! Así, sin más, como quien le grita el mandado a su hermano menor. Qué sencillo, ¿no?

Creo que al final sí vamos a perder el tren..., piensa Tanjirou, obnubilado. ¿Cuándo fue la última vez que me corté la barba? ¿Lo hago hoy o mañana? ¿El hombre tendrá información sobre Kanao o me estoy equivocando de mujer? ¿Kanlo Kanzaki suena a Kanao Tsuyuri o solo estoy alucinando porque le temo a la realidad?

—¿Conocías a Kanao Tsuyuri? —le cuestiona el joven, dejando sus flores en el suelo para limpiarse con más comodidad los raspones de su rostro dados por Archie—. ¿Eres...? Tal vez me equivoqué... ¿Eres Kamado... Kamado Tanjirou? Eres él, ¿no? Solo que algo golpeadito por la vida, pero... ¿eres tú o no...?

Tanjirou arruga los labios. Sí, así se llama: Kamado Tanjirou. Sí, ese es su nombre. Mueve lentamente la cabeza y le confirma su identidad. Sí, soy él..., le afirma con algo de duda que no debería haber ni hoy ni nunca. El nombre de Kanao le entumece la lengua durante un segundo y al siguiente se recupera, aunque tiene la sensación de que no va a poder hablar con normalidad, que algún ratón le comerá la lengua cuando el joven le siga hablando de ella.

—¿Quién eres...? —le pregunta con un hilo de voz que es lo suficientemente férreo para su él de ese momento.

—¿La conocías o no? —insiste el joven, ahora peinando su corto cabello: este no le llega ni a la nuca, es demasiado corto. ¿Dijo que era su hija? Si es así, ¿por qué viste de varón? Si es hija de Kanao, ¿dónde está ella y por qué no cuidándola? ¿por qué su hija está vendiendo flores en una estación de tren? La cabeza empieza a dolerle.

—Sí, la conocí... —Tanjirou avanza hacia una pequeña banca de madera y se sienta. La respiración se le agita. Qué sensación tan extraña y exquisita a la vez—. ¿Cómo sabes de ella...?

—Porque soy su hija. —Sigue a Tanjirou, pero no se sienta a su lado. La distancia podría asesinarles—. ¿Eres Kamado Tanjirou? Porque si es así, entonces también soy tu hija.

Por su parte, el joven no tiene dudas. Kanao le habló de él a los cinco, les contó la historia de un tirón y luego les mandó a dormir. Si alguna vez siente dudas sobre tu padre solo debes saber que es un magnífico hombre. No hay más que añadir. Espero que puedas verle algún día.

—No, es imposible —niega Tanjirou, cerrando con fuerza los ojos y repasa lo averiguado con Sanemi—. El registro de Sanemi-san dijo que el niño murió y que la niña...

—El registro no se equivoca: Nokao, mi hermano mayor por tres minutos, murió a los seis. —El joven se ahorra un suspiro, ya ha lamentado mucho la muerte de su mellizo—. Yo soy la niña que buscabas, pero vestida de varón por seguridad... espera, ¿me buscabas a mí...? Quizá... tal vez solo buscabas a mi madre...

—¿Kanao está viva? —interrumpe, confundido—. La última vez que la vi tenía... una bala... un tiro le había caído en la cabeza...

—Por lo que sé, sí. Está viva, sí. —El joven ríe—. ¡Ja, ja! Sí, mamá solía maquillarse demasiado esa herida. ¡La bala le atravesó el ojo y se lo quitó! ¡Pim, pam, ya sabes! Usa parches desde ese entonces, como los piratas. ¿Te gustan los piratas? Yo nunca he salido a la mar, pero lo haré aunque sea como un grumete, solo debo buscar...

—¿Por lo que sabes? ¿No vives con ella? —vuelve a interrumpir, aspirando por la nariz y exhalando por la boca.

—Me abandonó cuando tuve doce. No he sabido nada de ella desde... —Hanako hace cuentas—. Tres años. No he sabido nada de ella en tres años.

Tener hijos suyos a escondidas, no contactarlo en mucho tiempo, huir de él. Eso no suena en lo absoluto a Kanao... pero la última vez no estaba en sus cabales, no era ella misma, no podía siquiera hablar algo coherente por esa torrencial de emociones que ahora le sacuden a él. Puede ser, quizá...

—Ella no haría algo como eso... —se rehúsa Tanjirou—. Ella no pudo haberte abandonado.

Los ojos de Hanako se opacan. Así, de un tirón.

—Ella ya no es ella misma desde que pasó lo que pasó.

—¿Qué pasó...?

—Envenenaron a mi hermano mellizo: Nokao. En realidad, me llamo Hana, no Hanako. Hanako es tu hermana si no me equivoco...

—Sí, ella es Hanako... ¿Por qué...? —Tanjirou ya ni siquiera puede creer lo que escucha, solo intenta asimilar la información para poder repasarla más tarde con calma—. No puedo comprenderlo, ¿por qué Kanao te dejó...?

—¿Por qué? —repite Hana entre risas—. Es evidente que quiere vengarse del asesino de mi hermano.

—¿Y quién...?

Y Hanako... no, Hana; sí, Hana... Y Hana, su hija, le responde algo que ya no puede hilar porque pierde las fuerzas de súbito y cae en la inconsciencia, obteniendo de último momento una imagen donde Hanako... no, Hana; sí, Hana, su hija, avanza hacia él, pide ayuda y luego le ve con esos ojos amatistas que de seguro Kanao le heredó. ¿Habrá heredado algo mío Nokao? ¿Pudimos compartir algo de interés o genético antes de que muriera? Espero que sí. 

ESTRAGOS | TANJIKANAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant