veinticuatro

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Trigger warning: Este capítulo contiene mención al abuso sexual. Se recomienda discreción.


かまど, 栗花落 カナヲ
estragos: capítulo veinticuatro
«tómalo todo, llévatelo todo»


diez de febrero


El aroma del mar siempre le da nostalgia. Huele como a muerte pasada, arcaica. Tiene ese toquecito de no sé que que me estruja algo de adentro, le dice a Rengoku. Rengoku, con su ánimo habitual, le responde que de repente no es el mar sino más bien él, que sucede a veces porque se está lejos de los suyos y el cerebro o el alma busca un escape antes de caer en desesperación. Tanjirou se queda pensando en eso: lleva varios días lejos de su familia, pero no había sentido eso hasta ese momento. Parpadea varias veces seguidas y cae en lo evidente: no ha pasado ni dos días y ya la está extrañando. Está enamoradísimo.

Las mejillas se le tiñen y carraspea para que no se note frente a su superior. Rengoku levanta una de sus cejas, se acerca a él y le escudriña el rostro. ¿Por qué estás tan rojo? ¿Acaso tuviste sexo por primera vez? La interpelación solo logra hacerle sonrojar más. No, no fue mi primera vez..., le responde casi sin proponérselo. ¡Entonces sí tuviste sexo mientras yo estaba haciendo todo el trabajo sucio!, le grita Rengoku nuevamente, creando algo de distancia para luego soltar unas risotadas que Sanemi, al otro lado de la carabela, aborrece.

—¿Con quién te acostaste, niño sin brazo? —le pregunta Sanemi, acercándose a él porque no ha tenido ningún chisme bueno los últimos días—. ¿Pagaste por ello?

Tanjirou frunce los labios con algo de desagrado. Ni le gusta hablar de sexo ni le gustaría tampoco compartir detalles íntimos con alguien más. Tiene hermanas y no le gustaría que hablen de ellas como si no valieran nada. Es simple empatía.

—No voy a decir nada —adelanta Tanjirou.

—Al menos algo.

—No.

—Niño idiota.

Sanemi se queda un minuto más a su lado y luego se levanta, aceptando el hecho de que ese niño de Rengoku es tan correcto que no hablará de los detalles sucios. Qué aburrido, piensa, ojalá Genya estuviera aquí para pelear un poco. Y es con ese pensamiento que desaparece hacia donde estuvo en un primer lugar y prepara todo para volver a embarcarse hacia el extranjero.

Rengoku, por su parte, saca una bolsa de tela llena de donas. Me las dio Mitsuri antes de partir, pero no he podido comerlas hasta ahora. ¿No quieres una, joven? Y nuevamente Tanjirou se obliga a comer algo dulce solamente para no hacerle un desaire al hombre que hasta ese momento ha hecho mucho por él. Ambos se quedan en silencio mientras que Rengoku devora donas y Tanjirou batalla contra ellas. Su pensamiento nuevamente está en Kanao, aunque luego como que retrocede mucho y recuerda su estadía en los campos de entrenamiento. Tiene grabado con fuego todas las cosas que sucedieron ahí, y es tan desafortunado porque al menos con la amnesia pudo olvidar ese asunto; sin embargo, ahora está nuevamente ahí, consigo. Resurge de entre los recuerdos olvidados y está ahí para quedarse hasta el final.

—Creo que abusaron sexualmente de mí.

Rengoku se atora con la dona. Carraspea varias veces y luego le da una mirada de soslayo. Vuelve a toser un poco más para asegurar que no tiene nada entre la garganta, pero siente un nudito ahí que asimismo le rompe el corazón. No dice nada, solo espera a que él continúe.

ESTRAGOS | TANJIKANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora