45: 𝕸𝖎𝖓𝖔𝖘, 𝕰𝖆𝖈𝖔 𝖞 𝕽𝖆𝖉𝖆𝖒𝖆𝖓𝖙𝖎𝖘, 𝖙𝖗𝖊𝖘 𝖗𝖊𝖞𝖊𝖘 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖏𝖚𝖟𝖌𝖆𝖗 𝖆 𝖉𝖔𝖘 𝖉𝖎𝖔𝖘𝖊𝖘

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JAYDEN
No sé quién me mandaba ir a un hangar de mala muerte, pero debería de dejar de preguntarme eso cuando llevaba veinte minutos en la moto para ir al maldito sitio.

Si el ruso no aparecía, juro que quemaría todo ese lugar y lo reduciría a cenizas. Eso ayudaría a calmarme.

Sería divertido.

Oh, sin duda.

Reducí la velocidad cuando lo vi al final de la calle del polígono. Si es una trampa segura, también quemaría el lugar.
A la mierda, lo quemaría todo.

Estaba harto de que me tocaran las pelotas, de la situación y de seguirle el juego a un puto ruso de mierda que solo sabía tocar las narices.
¿Quién se cree esa mierdecilla?

Dejé la moto un poco más lejos del hangar. No me arriesgaba a que me quitaran la moto también.

Recargué la pistola y no me esmeré en esconderla. No tuve prisa tampoco en ir, no iba a ir corriendo detrás del ruso como un perrito. Pero, conforme me acercaba al hangar, más fruncía el ceño.

Supuestamente esto debería estar tranquilo, rodeado por hombres de Saint dispuestos a vigilar el lugar mientras yo me reunía con él, no con la puerta abierta de par en par con una bala en la cerradura, sonidos de bala inundando el lugar y algún que otro grito de sufrimiento.

Me acerqué lentamente, cada vez más desconfiado. ¿Me había equivocado de hangar?
No, no creo.

Afirmé el agarre sobre la pistola y me acerqué a la puerta. Al echar un vistazo dentro, parpadeé al ver el caos.
Había una veintena de hombres, y allí, siendo el epicentro de todo ese caos y gritos de hombre siendo torturados, estaba ella.
Entonces, me quedé estático en el sitio sin ser capaz de moverme.

Sentía que el aire se me había quedado atascado en los pulmones, que era incapaz de dar siquiera un paso o de apartar los ojos de ella, como si fuera irreal.

- ¡Corderito! - gritó como podía mientras un hombre la agarraba del cuello, cortándole el aire. - ¡Corderito que me asfixian, coño! - elevó su mirada al techo conforme se ponía roja y peleaba con las piernas para librarse.

¿Quién mierda era corderito?

Al ver que el tal corderito estaba a saber dónde y no acudía, fue cuando pude salir del estupor y, sin ser siquiera consciente o pensarlo, le disparé al hombre en la cabeza.

Calló al instante y Némesis se sujetó a la pared como pudo mientras tosía en busca de aire.

- Corderito, se puede saber qué...-murmuró mientras se acariciaba la garganta con una mueca para aliviar el dolor.

Se interrumpió cuando examinó la habitación y vio al que supongo que era corderito peleando con un hombre que le doblaba el tamaño.
Entonces, su cuerpo se tensó y miró hacia la puerta.

No parpadeó, no dio señales de temor o pánico, simplemente se quedó como yo, sin creerse que ambos estuviéramos allí, tan cerca y tan lejos a la vez.

Tragó saliva mientras me examinaba con la mirada, su ceño levemente fruncido, como si estuviera revisando que estaba entero y de una pieza.
Desvió la mirada un segundo, deseando que no la despegara de la mía.
Maldita sea, quería su atención en mí, quería demasiadas cosas con ella que eran imposibles.

Y todo eso contrastaba de manera horrible con el odio que le tenía. Cada vez era más imposible que creciera, es como si no pudiera.

La vi levantarse y alejarse, limpiándose la sangre del corte que tenía en su pómulo, recargó la pistola, y empezó a disparar sin ton ni son, como si verbo hubiera sido el detonante perfecto para que actuara sin piedad contra el hombre al que disparaba, que sujetaba a corderito.

JAYDEN [BETRAYED #3]Where stories live. Discover now