JAYDEN [BETRAYED #3]

24: 𝓶𝔂 𝓼𝓪𝓯𝓮 𝓹𝓵𝓪𝓬𝓮

NÉMESIS HOLDER

Al llegar a la casa me fui directa a la habitación.

El camino de vuelta en el coche había sido de lo más silencioso, ni siquiera la radio rellenaba ese silencio, aún así no había sido incómodo.

Todo había sido...raro.

Jayden se había quedado abstraído en sus pensamientos y yo simplemente intentaba quitar la imagen de los Bloods de mi cabeza.

Me quité su chaqueta y me miré al espejo. De nuevo vi la imagen de una Némesis con moratones en los brazos, una imagen que había intentado borrar de mi memoria y que al parecer no es posible porque ellos siempre están ahí.

Estar encerrado en tus pensamientos durante mucho tiempo puede ser autodestructivo, sobre todo cuando le das muchas vueltas a un tema, te empiezas a torturar con él y ya no eres capaz de olvidarlo por el resto del día.

Yo estaba así.

Haber visto lo que planeaba Morgana con la droga me había afectado más de lo que esperaba porque yo había experimentado eso en mis propias carnes y no se lo deseaba a nadie, aunque fuese mi peor enemigo. No eres capaz de controlar tu cuerpo porque estás bajo las órdenes de alguien, alguien que te manipula como si fueses alguien más de su casa de muñecas.

Si te dice que mates, matas.

Si te dice que dispares, disparas.

Porque no existe control en tu cuerpo que lo detenga, porque tu mente no es capaz de asociarse con tu anatomía para intentar evitar que cualquiera de esas cosas pasara.

Aguantar tantas cosas juntas y durante tanto tiempo cada vez me perjudicaba más porque eran más frecuentes las veces en las que me veía mal psicológicamente y sentía que necesitaba contárselo a alguien aunque fuera para aliviar un poco de peso. El problema de cuando has crecido sin nadie en quien confiar porque todos te han usado a su manera es que no sabes con quién contar para mostrarte vulnerable.

Y no, no me refiero a llorar frente a alguien. Eso no es de débiles, es solo un método que tenemos para sentir que nos hemos liberado de algo que nos ha estado saturando durante mucho tiempo y seguimos arrastrándolo con nosotros.

Me refiero a decirle a alguien lo que te asusta, lo que te quita el sueño por las noches, lo que te tortura diariamente y con lo que tienes que batallar para no caer rendido en una batalla con lo jodida que llega a ser la mente algunas veces. Ahí, en ese momento, le estás confiando a alguien el poder de destruirte y jamás poder ser reconstruido. Le estás dando el poder de la manipulación, porque sabe cómo herirte, dónde darte para que estés a sus pies.

Yo, esa noche, confié ese poder en quien estaba segura jamás me destruiría.

Otro de los errores muy comunes en humanos: confiar a ciegas en quien te pone su mundo a tu disposición durante solo minutos.

Me metí de nuevo en la ducha y puse el agua lo más caliente posible, creyendo que así esas horribles marcas saldrían de mi piel para no volver jamás. Ojalá fuera así de fácil.

Todos tenemos algo que nos ha marcado y que aunque creamos que lo hemos superado, cuando volvemos a pasar por una situación similar o ver a esa misma persona vuelves a sentir e dolor. Vuelves a cuestionarte qué hiciste mal para merecer eso, en mi caso, por qué tuve que caer en las garras de Morgana con las múltiples familias que había para adoptar, por qué me eligió a mí, por qué me tocó vivir así, donde día a día tienes que estar cuidando tus espaldas porque no sabes cuándo pueden atacarte, donde tienes que tener siempre los ojos bien abiertos porque tampoco sabes desde dónde van a herirte.