8. capítulo

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Se dio prisa en ir al despacho. Después de todo era la reina de las hadas ahora. Y haría bien ese papel, ya que era imposible que hiciera bien el de esposa de Alyan. El rey estaba sentado con Lyam y otros dos de sus hombres. Además, dos demonios con cara de pocos amigos estaban sentados con ellos.

-Siento llegar tarde-se disculpó ella entrando.

Alyan la señaló la silla a su lado.

-Os presento a Anjana, mi reina-dijo dirigiéndose a los dos demonios.

Estos la miraron con lascivia. Luego volvieron a dirigir su atención al rey.

-Akop ha sido muy claro. No hay negociación posible si no volvemos al trato original-la voz del demonio que hablaba le puso los pelos de punta.

-Os recuerdo que mi hermana está ya casada-objetó el rey.

-Y embarazada-puntualizó Anjana.

-Lo sabemos. Si no fuera por la alianza de los vampiros y los vamps, habríamos aplastado a ese vampiro presuntuoso- aseguró el otro demonio.

-Cuidado, demonio-advirtió Alyan-estás hablando de mi cuñado.

-Akop quiere que entregues dos hadas como compensación. No habrá negociación si no lo haces. La guerra será una realidad.

-No vamos a hacer eso-aseguró la reina poniéndose en pie.

Alyan la lanzó una mirada de advertencia y ella se sentó de nuevo.

-¿De verdad creéis que voy a sacrificar a dos mujeres? -preguntó el rey con aparente calma.

Jana sabía que esa calma era una máscara. En realidad estaba a punto de saltar sobre los dos demonios y matarlos allí mismo.

-Tienes una semana para dar una respuesta, rey Alyan. O lo próximo que sabréis de nosotros es que estamos entrando en vuestra bonita tierra y matando todo lo que encontremos vivo por el camino.

-¡Ya tenéis nuestra respuesta! No vamos a ceder a un chantaje-adelantó Anjana, de nuevo de pie.

-Siéntate, Anjana-ordenó Alyan entre dientes.

-Pero...-la chica le miró horrorizada

-He dicho que te sientes.

Los demonios la miraban con lascivia de nuevo.

-Tu reina tiene temperamento, rey Alyan. Seguramente, una temporada con nosotros la bajaría mucho los humos-dijo uno de ellos.

-Vuelve a insinuar algo así y estarás muerto antes de darte cuenta-la mirada de Alyan podría haber congelado el infierno. Hizo callar al demonio inmediatamente-pensaré en vuestra propuesta. Tendréis mi respuesta en una semana.

Los demonios asintieron con la cabeza y salieron del salón escoltados por los dos hadas que esperaban fuera.

El rey dio un puñetazo de rabia en la mesa y Jana le miró asustada.

-No irás a aceptar ¿verdad?-preguntó.

-¿Se te ocurre otra opción, Jana?

-No puedes hacerlo, Alyan. No puedes ni siquiera pensar en...

-Ya lo sé, maldita sea, no me presiones.

Jana se mordió el labio inferior en un esfuerzo de permanecer callada. Alyan caminó de un lado al otro del despacho. Un momento después Lyam entró.

-Se han ido-informó.

-Debería haberlos devuelto muertos-masculló el rey entre dientes.

Lyam y la reina se miraron sin decir nada mientras Alyan miraba por la ventana.

-No podemos entrar en una guerra ahora-afirmó el rey volviéndose a mirarles-no estamos preparados para eso.

-Nuestro ejército...-empezó Lyam.

-Nuestro ejército es una mierda comparado con el de Akop-le interrumpió Alyan-gracias a mi querido padre y su afán de grandeza.

-Pero tenemos aliados-intervino Jana.

-Si te refieres a los vampiros, no voy a ir a pedirles ayuda.

-El hermano del rey está casado con tu hermana, Alyan.

-Precisamente por eso. No voy a ir a suplicarle.

La chica suspiró.

-Puedo hablar yo con Breena-propuso.

-No

-Alyan...

-He dicho que no, Jana.

-Pero...

-¡Te prohíbo que sigas insistiendo, Anjana!

-¿Y para qué diablos me has hecho venir a la reunión si no vas a tener en cuenta mis opiniones?- la gritó ella.

-Tendré en cuenta tus opiniones, Anjana. Pero no voy a pedir ayuda a los vampiros y punto. Y NO vuelvas a gritarme. O te meterás en problemas.

El rey salió dando un portazo que la hizo estremecer. Suspiró y miró a Lyam.

-¿Tendríamos alguna posibilidad en una guerra con los demonios?-le preguntó.

-Nos destrozarían, majestad-aseguró él.

-Eso me temía. Gracias Lyam.

La chica salió del despacho y se dirigió pensativa al jardín.

¿Por qué él tenía que ser tan cabezota? Tendría que hacer algo. Sabía que Alyan no se lo iba a tomar precisamente bien, pero... tendría que hablar con Breena. Y cruzar los dedos para que él no se enterara.


Anjana (Saga hadas 1)Where stories live. Discover now