7. capítulo

20.5K 1.2K 39
                                    

Zuria la ayudó a bañarse. La chica había preparado la bañera y la ayudó a meterse en ella sin decir nada. Anjana se lo agradeció. No habría podido soportar un "ya te lo dije". Se quedó en la bañera hasta que el agua relajó su periné dolorido. Se envolvió en una toalla y fue a su habitación. Zuria había retirado las sábanas manchadas.
-Ven, siéntate-dijo la chica con dulzura-te ayudaré a peinarte.
-No quiero peinarme.
-El rey ha pedido que sirvan la cena en un rato, Anjana. Al parecer tenéis invitados. Tienes que bajar a cenar.
-Puedes decir a mi marido que se vaya al diablo-aseguró la chica.
Zuria intentó convencerla de que obedeciese, pero Anjana se negó en redondo. Se quedó sentada en el salón, vestida sólo con una ligera bata y la mirada perdida. El hada volvió enseguida y se quedó mirando a la reina.
-¿Qué ocurre?-preguntó Anjana.
-El rey ha ordenado que Beck reciba un latigazo por cada minuto que llegues tarde a la cena, Anjana.
La chica palideció.
-Cabrón-murmuró levantándose del sofá-dame mi ropa, Zuria. No puedo dejar que Beck sea castigado por mi culpa.
Se vistió a toda prisa. Eligió un vestido en un tono rosa muy suave, ligero y vaporoso. Luego se peinó la melena hasta que brilló y salió corriendo. En el comedor principal ya se habían juntado el rey y sus invitados, aunque aún no se habían sentado.
-Querida -la sonrisa de Alyan era burlona-has llegado justo a tiempo.
Ella fue incapaz de decir nada cuando él la cogió de la mano para besarla el dorso ligeramente.
-Creo que tienes una orden que dar-murmuró entre dientes.
El rey la miró divertido mientras la acompañaba a sentarse a su lado en la mesa. Después miró a Lyam, que, como siempre, estaba pendiente de él y asintió con la cabeza. El soldado salió de la sala de inmediato. Alyan se sentó a su lado en la mesa y todos los invitados lo hicieron después.
Anjana soportó la cena como pudo. Lo único que quería era huir a su habitación. Por suerte, los invitados se fueron pronto y ella se dio la vuelta para salir del salón en cuanto el último salió acompañado por Lyam.
-Jana-llamó el rey.
La chica se detuvo, pero no se volvió para mirarle.
-No vuelvas a desobedecerme-advirtió-es la última advertencia. La próxima vez empezaré a añadir días a la condena de tu amigo.
La chica cerró los ojos un momento en un esfuerzo por no insultarle de nuevo. Luego, salió con paso firme para ir a su habitación.
Se puso un camisón ligero y salió al jardín. Allí se sentó debajo de su árbol favorito, hasta que notó como su energía se reponía. Después de un rato, decidió que una noche de descanso era lo que necesitaba.
-Por la mañana seré capaz de enfrentarme a cualquier cosa-se dijo caminando a su habitación.
Palideció cuando vio a Alyan mirándola acercarse desde allí. Estaba apoyado con tranquilidad en la gran puerta abierta al jardín. Sólo llevaba un ligero pantalón de pijama.
-¿Qué haces aquí?-preguntó ella con más valor del que sentía parándose frente a él.
El rey hizo un gesto de sorpresa fingida.
-¿Dónde iba a estar, querida? Como te dije, esta es mi habitación.
-Entonces me trasladaré yo a otra-aseguró ella entrando.
-Dormiremos juntos, Jana. Deja de intentar evitar lo inevitable.
El rey se sentó en la cama y se quitó el pantalón. Debajo no llevaba nada. Luego, se sentó recostado en la almohada mirándola con insistencia.
-Quítate el camisón y métete en la cama, Jana.
-No voy a......
-Un día más para Beck, cariño.
-Eres un......
-Ven a la cama, Jana. No me hagas ir a por ti.
La chica respiró hondo y levantó la cabeza con dignidad. Luego se acercó a la cama. Podía soportarlo, se dijo. Incluso aunque él volviera a hacerla eso, podía soportarlo.
-Quítate el camisón, Jana-volvió a ordenar él sin dejar de mirarla.
Ella le miró con odio, luego se dio la vuelta y deslizó los tirantes de la prenda para dejarlo caer al suelo.
-Date la vuelta, preciosa.
Anjana obedeció y avanzó hacia la cama.
-Quédate quieta. Quiero verte.
Él la contempló durante un largo rato. La erección de su miembro se hizo evidente y la reina tuvo que hacer un esfuerzo para mantenerse impasible.
-Quítate la braguita, esposa. No queremos estorbos.
-Alyan...-la voz de ella fue suplicante.
-Ahora, Jana.
La chica hizo lo que la decía y él volvió a mirarla durante un momento.
-Eres bellísima, esposa-aseguró con voz ronca-ven, ha sido un día largo.
Ella se acostó y se quedó rígida en la esquina de la cama. Alyan rio divertido y la abrazó. Jana estuvo a punto de gritar, pero su marido la volvió de espaldas a él y la abrazó desde atrás.
-Duerme, Jana-la susurró en el oído-esta noche te dejaré recuperarte.
Poco después, la respiración del rey se volvió regular. Anjana, en cambio, no encontró la manera de poder dormir. El la mantenía apretada contra él, con un brazo por encima de la cintura y peligrosamente cerca de un seno. Además, aunque él estaba dormido, el bulto que se apretaba contra sus nalgas, no terminaba de relajarse.

Anjana (Saga hadas 1)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora