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Cuando la noche cayó algunos chicos tuvieron la idea de hacer una pijamada, pero había muy poco personal disponible, así que los enviaron a sus cabañas en silencio

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Cuando la noche cayó algunos chicos tuvieron la idea de hacer una pijamada, pero había muy poco personal disponible, así que los enviaron a sus cabañas en silencio. Max estaba bien con eso, tenía algunos temas pendientes de estudio así que se quedó un rato leyendo antes de dormir. Esa tarde les dijeron que a la mañana siguiente tampoco tendrían clases propiamente dichas, pero después de eso las actividades se reanudarían con normalidad, así que aprovechó para intentar ahondar un poco más en los temas del día.

En la habitación de al lado Ángela ya se había ido a dormir, sin embargo, su presencia le había dado cierto alivio, de alguna manera tener a alguien conocido hacía que no se sintiera tan sola. Aquellas cabañas nunca le habían traído tanto desasosiego como en esa temporada.

Max apretó los labios, pensando en todas las cosas que habían pasado y sobre todo en el encuentro que tuvo esa misma tarde ¿Qué habría sido aquello? ¿Era su mente jugándole malas pasadas? ¿U otra cosa? Entre más pensaba en el tema, menos sentido tenía y más real era su recuerdo.

Frunció el ceño.

Cuando dieron las doce apagó la lámpara de noche, dispuesta a irse a dormir. Hacía frío, así que se metió en la cama, envolviéndose en las sábanas con los calcetines puestos. Normalmente se habría colocado los audífonos, pero esa tarde los había utilizado durante demasiado tiempo, así que le dolían los oídos.

Habían pasado veinte minutos en los que su mente viajaba a mil por hora, haciéndole considerar que estaba volviéndose loca, cuando escuchó un ruido afuera. De inmediato se quedó quieta, estaba un poco alterada, así que tuvo la sensación de que cada pequeña cosa la alteraba. Permaneció unos segundos alerta hasta que escuchó otro ruido. Frunció el ceño, era el sonido de una rama rompiéndose y luego pasos arrastrándose en la hierba, sin embargo, era casi seguro que había alguien afuera, pero eso no significaba nada. Ya que había poco personal disponible era lógico que los guardias estuvieran dando vueltas a los alrededores.

Tomó aire y se incorporó lentamente, para luego echar un vistazo fuera de la cabaña. Hacía demasiado frío como para sacar la cabeza en plena noche y estaba demasiado nerviosa como para hacerlo, por lo que se conformó con ver todo desde el pie de la cama. Era plena noche, así que estaba oscuro, además la neblina prácticamente engullía la luz de las farolas, pero a pesar de todo consiguió distinguir las sombras en la oscuridad.

Todo parecía bajo control hasta que lo vio.

Probablemente no podría haberlo distinguido tan rápido si no fuera por la chaqueta roja, pero el color resaltaba demasiado en el ambiente y el hombre tampoco estaba haciendo demasiado por esconderse. Max abrió los ojos de par en par y se quedó quieta, intentando descubrir si realmente estaba viendo a aquel hombre o no, sin embargo, su estómago se contrajo cuando notó que el tipo llevaba un enorme cuchillo de carnicero en la mano. Max observó hipnotizada cuando la luz de la farola se reflejó en la hoja, apretó los labios y se agachó para quedar fuera de la vista de la ventana. Casi al mismo tiempo notó como el hombre se detenía frente a su habitación, no estaba lo suficientemente cerca para verla, pero pudo sentir su pulso dispararse ante la idea.

El talento de Miss Darcy (Libro 1 y 2) (GL)Where stories live. Discover now