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Annabeth estaba sentada cerca de la ventana, observando la noche

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Annabeth estaba sentada cerca de la ventana, observando la noche. Su cabello ondeaba ante un viento inexistente, mientras su extrema palidez parecía haber adquirido una tonalidad distinta a la habitual, como si una luz azul golpeara su cara, dándole una apariencia desconcertante.

—¿Qué ves? —le preguntó, acercándose a la mujer, echando un vistazo hacia afuera. Acababa de darse una ducha y esperaba salir al patio para encontrarse con sus amigos y disfrutar de la cena. Tiffany le dijo que respirara hondo, porque a partir del día siguiente sería una masacre. Ella creyó cada palabra.

De todas formas, en ese momento le interesaba más su abuela, que se encontraba concentrada mirando el patio. Ella a veces se comportaba así, como un perro de caza que había encontrado su presa, siempre que ponía aquella expresión significaba que algo malo vendría tarde o temprano.

Un escalofrío le recorrió la espalda, su abuela era una especie de brújula en su vida, siempre diciéndole cómo evitar los problemas. Aquel campamento se veía normal a simple vista, por lo que la reacción de la mujer la alarmó de inmediato. Darcy era paranoica por naturaleza, constantemente tenía malestares cuando se acercaba a sitios embrujados, así que la presencia de Annabeth era de mucha ayuda para que se siguiera comportando como una persona normal, ella le daba la señal sobre si estaba ante un sitio con un fantasma gritón o algo lo suficientemente peligroso como para irse corriendo del lugar.

Cuando llegó al campamento no sintió nada, por lo que aquella reacción la inquietó.

—¿Debería quedarme en la cabaña? —preguntó, con voz titubeante. Anabeth pareció pensarlo un momento antes de negar con la cabeza.

Darcy suspiró, terminando de arreglarse para salir de inmediato. Su abuela tenía mucha influencia en su vida, con el tiempo había aprendido que nunca se equivocaba cuando lanzaba una advertencia. Era gracias a ella que había sobrevivido al Saint Rudolph todos esos años. Annabeth había jugado un papel fundamental en mantenerla oculta de todas las criaturas que habitaban la escuela.

—Me voy ¿Vienes? —le preguntó. La ventaja de no tener una compañera de cuarto era que podía hablar con el fantasma cuando quisiera, la desventaja era que... Bueno, estaba sola.

Antes de salir tomó su mochila y metió el libro que había "intercambiando" de la biblioteca, por si acaso, y salió de la cabaña. Toda el área alrededor estaba iluminada, pero más allá, rumbo al lago, se veía tan oscuro como la boca del lobo. Ella evitó mirar en esa dirección y comenzó a andar rumbo al comedor, donde se reuniría con los chicos.

Afuera se sentía cálido, pero era soportable, la noche había refrescado y el viento acariciaba su rostro con suavidad. Como estaba lejos del centro de la ciudad, a menos de quince minutos de la costa, lo único que se escuchaba eran los sonidos de los insectos y las risas de los chicos que se preparaban para ir a cenar. Darcy echó un vistazo al comedor, que se veía pequeño a lo lejos, pero lo suficientemente cerca como para notar que estaba muy lleno. Probablemente la mayoría ya estaba ahí.

El talento de Miss Darcy (Libro 1 y 2) (GL)Where stories live. Discover now