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—Todo el mundo dice que salí directo de la pluma de Austen

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—Todo el mundo dice que salí directo de la pluma de Austen. —No había mucho contexto antes de eso, sólo se acercó a ella y comenzó a hablarle de forma casual—. ¿Sabes lo que significa? Que soy un héroe de comedia romántica. —Darcy le sonrió, mostrando sus dientes blancos.

Estaba atardeciendo, la luz se filtraba por la ventana reflejando el brillo anaranjado del atardecer sobre su pelo. No estaba avergonzada, de hecho, miró a la chica directo a los ojos al hablar. La gente solía describirla como "encantadora", les gustaba que dijera esa clase de cosas y se reían con todos sus chistes, aunque no tuvieran gracia. A ella no le parecía que fuera para tanto, pero seguía haciéndolo porque le facilitaba la vida. A pesar de ser socialmente inepta no era difícil para Darcy hacer amigos cuando era necesario.

Fue diferente con la chica que tenía enfrente.

Maxine Reed parecía consternada por su intromisión. Tenía el lápiz en la mano, pilas de libros rodeándola y junto a los cuadernos abiertos había lapiceros y plumones regados. Estaba escuchando música de manera discreta, con el celular escondido entre la ropa y se había quitado un audífono para poder escucharla.

—Oh, qué bien —Max le dedicó una sonrisa tensa, no parecía hallarle la gracia, pero trataba de ser amable. Luego se puso el audífono otra vez y siguió escribiendo.

Darcy se quedó parada frente a ella. Maxine siempre escogía el sitio más escondido en la biblioteca, donde nadie pudiera molestarla, todos sabían que ese era su lugar, así que no se acercaban a menos que quisieran enfrentarse a la mirada más fría de la ciudad. Sin embargo, Darcy tenía sus propias motivaciones, así que apretó los labios desviando la mirada hasta encontrarse con la figura fantasmagórica de su abuela, que parecía a punto de soltar un grito agudo de dolor.

El labio inferior de la mujer tembló y Darcy suspiró, tirando de una de las sillas a su alrededor para acomodarse en la mesa de estudios de la chica.

—¿No te gusta Austen? —preguntó, poniendo todos sus esfuerzos para evitar que la conversación muriera. Max levantó el rostro, se quitó el audífono y volvió a mirarla. Darcy se tragó su orgullo y repitió la pregunta una segunda vez—. Que si no te gusta Austen —inquirió, manteniendo su sonrisa.

—No, soy más del tipo de las Brontë —explicó de forma escueta. Luego se quedó en silencio, preguntándose en qué momento podía regresar su atención a sus apuntes.

Darcy se enderezó en su lugar, sabiendo que aquello era un comienzo.

—Nunca las he leído ¿Algún consejo? —Ella se inclinó sobre la mesa, recargando los brazos sobre la superficie. Estaba intentando encontrar la mirada de la chica en vano.

—Que tengas ganas de leerlas, es el único consejo que necesitas para empezar un libro —concluyó, como si fuera obvio. Luego, bajó la vista una vez más a sus apuntes, colocándose de nuevo el audífono, subiendo el volumen de la música y continuando con su trabajo.

El talento de Miss Darcy (Libro 1 y 2) (GL)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz