(LGBT+) Darcy puede ver fantasmas y hay uno que la acompaña siempre. Annabeth Williams, su abuela, la persigue desde que era una niña y sus apariciones aumentan desde que conoce a Maxine Reed, la alumana más inteligente de la escuela y una pobretona...
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Darcy estaba asustada. Los veintiún alumnos que asistieron al campamento fueron encerrados en la biblioteca mientras la seguridad revisaba el área. Aunque al principio las luces estaban encendidas, un fallo eléctrico los dejó en la completa oscuridad.
Ella estaba sentada al fondo, recargada de una de las estanterías que se encontraban pegadas a la pared. Tenía a su izquierda a Max, a la derecha estaban Tiffany y luego Aaron. Todos permanecían en relativo silencio excepto por algunos sollozos que se escuchaban de vez en cuando.
—Creo que es Mindy —Tiff se refirió a su compañera de cabaña, a quien había visto entrar cojeando a la biblioteca una hora atrás.
La presencia de aquel hombre había desatado el pánico y todos se lanzaron hacia la arboleda, corriendo y gritando. A Darcy la habían empujado varias veces y notó como algunos chicos se resbalaban al correr y se lastimaban porque otros los habían pisado. Sumado a eso los que habían estado peleando seguro se encontraban en otra esquina lamiéndose las heridas. Sin embargo, lo que le preocupaba en ese momento no eran las heridas, sino el hecho de que aquel hombre parecía ser de carne y hueso. De inmediato se giró hacia Maxine, quien permanecía en un silencio sepulcral. Era el mismo tipo que la había observado mientras dormía.
El hombre de la foto era real.
Apretó los labios sintiéndose muy pequeña, aquello lo cambiaba todo.
El grupo esperó media hora hasta que se reestableció la luz y luego la encargada, Ariadna, apareció seguida del resto del equipo de monitores y guardias de seguridad.
—Hola a todos, buenas noches —su voz sonó conciliadora, pero demasiado ruidosa para el silencio atronador dentro de la biblioteca.
Las cabezas de los alumnos se levantaron y los que estaban metidos entre las estanterías salieron como pequeños animalitos de sus madrigueras. El grupo de Darcy estuvo entre estos últimos.
—Como todos saben, nos llegaron algunos comentarios sobre la intromisión de un hombre extraño y armado dentro del campamento —la mujer hablaba con dificultad, probablemente nunca en su vida había tenido que dar un anuncio como ese—. Yo personalmente y muchos de los miembros del equipo de seguridad nos dimos a la tarea de revisar los alrededores y verificar que las vallas eléctricas estuvieran funcionando correctamente y lo único que puedo decir en estos momentos es que no se encontró rastros de que alguien hubiese entrado al campamento —ella se tomó unos segundos y esperó pacientemente a la avalancha de reclamos.
La mayoría se quedó en silencio, mirándose unos a otros con expresiones consternadas.
—¿Qué hay del hombre que nosotros vimos? —Tiffany levantó la mano, pero no esperó a que le dieran la palabra. La mujer la miró un instante antes de soltar un suspiro.
—Revisamos las cámaras, no había nadie ahí, lo que sí vimos fue una trifulca entre los alumnos ¿Es posible que se hayan confundido? No encontramos huellas, ni rastros en esa zona y el sistema de seguridad no se activó. Es imposible que alguien haya entrado —explicó lentamente, como si no estuviera feliz de tener que decir aquello en voz alta.
