CAPÍTULO 51: Ruinas

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Xander Knox

—Uhm ¿disculpa? Podría enseñarme esos anillos.

—¿Usted es el señor Knox? ¿Xander Knox?

—Así es.

—La señorita Heriedna le ha enviado un catálogo, ella misma diseño los anillos ¿gusta pasar a verlos?

—En efecto, sería maravilloso.

Camine a su lado siguiéndola por toda la inmensa tienda de los dueños más poderosos de diamantes. Me había enterado que mi amiga de la infancia estaba con uno de los más poderosos ricos de las granjas en la Costa Dálmata y por ello no pudo acompañarme en la elección.

Pero no importo, fui yo mismo a la hora de escoger, de hecho, estaba completamente seguro de que tipo de anillo le quedaría a Rev. Seguíamos enojados y habíamos discutido por muchas cosas, pero sé que no era en serio, porque no podía permitir perderla dos veces, ni tres, ni tampoco cuatro, ya no quería perderla.

Al ingresar en la sala secreta de los anillos diseñados por los dueños, supe que mi amiga me había escogido los más costosos y vaya a saberlo. Bendita Heriedna de gustos tan caros. Era fina, nadie se lo iba a negar, siempre sabía que portar y cómo hacerlo, pero no quitaba el hecho de que en su cuerpo existieran billones y hasta trillones de euros.

La asistente me abrió un catálogo, algo como una libreta vieja donde había una variedad de anillos hechos a base de lápiz, eran dibujos, perfectamente corregidos, claro.

Suspire tomando asiento y la joven me dejo para mirarlos. No tenía la menor idea de cuanto había dibujado, pero ninguno llamaba mi atención, y entonces antes de llegar a la última página encontré una nota.

"Deja de ser un pesado, que lo que buscas no está en otro lado más que aquí.

Ya escogí tu anillo perfecto, ella lo va a adorar.

Dale vuelta a la página y dale la talla.

Siempre es un gusto, Xander.

Atentamente,

H.F."

Solté una risita guardando la nota a un lado y le di vuelta a la página. Como ella había dicho, ese era el anillo perfecto. A Rev le iba a encantar.

Tenía dos arcos, uno por encima del otro como si intentaras crear un bucle, pero solo eran dos, completamente plateados, no tan gruesos, muy delgados y parecía una corona de espinas. Esas leves hojitas no se expandían tanto, contaban con diamantes violetas en la punta y diamantes verdes en el final. Además, estaban los espacios grandes donde yacían grandes diamantes tornasolados, quien sabría lo que habría tenido que hacer para conseguir esos colores, pero lo había logrado y ahí estaba porque era como una corona, como algo magnético y mágico.

—¿Disculpe? Voy a llevar este —indique con una sonrisa.

—Muy bien, será un placer, iré a retirar el anillo para que lo vea y luego mediremos las tallas, si le parece.

—Me encantaría.

Aquel que no supiera que anillo elegir es porque le faltaba mucho por conocer porque es solo algo muy simple, es un objeto, pero tiene el valor sentimental de representar una unión y a una persona.

Esa joya era mi Rev y ahí estaba yo, para que nunca olvidara que, aunque pasen los años, nosotros seguiríamos siendo nosotros, sin barreras, sin tormentas, sin guerras e incluso con todo eso, jamás podría dejarla de adorar.

Odio ficticioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora