CAPÍTULO 46: Ataque

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Xander Knox

Aprieto los dientes viéndola acercarse cabreada en mi dirección, sosteniendo una bolsa de papas fritas y una soda. Su cabello está en un moño alto y su panza ha crecido un poco más esta última semana.

Me causa gracia que sus cambios de humor se reflejen mucho en sus acciones, es como si la Rev embarazada que veo ahora me hiciera sentir completamente pleno y estoy a la espera de esa Rev que no deja a los niños para nada, como lo hace con Xerxes, que siempre está al lado de él contándole anécdotas o haciéndolo reír, jugando con el e incluso dándole más mimos que a mí, lo cual es algo ofensivo pero bueno.

Planta sus pies frente a mí, están hinchados y solo usa unas pantuflas con el dibujo de un gatito. Subo la mirada por sus piernas, su culo esta más grande y eso me encanta sin duda alguna, se mantiene delgada a excepción de la enana que está dentro de ella.

Recuerdo que mis padres solidan decirme que un embarazo es una bendición y nunca se han equivocado sobre ello. También decían que una mujer embarazada es el mejor experimento para un hombre, porque eso demuestra que tanto quiere a la otra persona, que tanto desea formar una familia y en cuantos cambios está dispuesto a permanecer.

No ha sido ningún error, no ha sido ningún esfuerzo quedarme al lado de Rev. Nunca ha sido una especie de sacrificio porque, en fin, es la madre de mis hijos, no. Estoy con Rev porque es ella, porque es la única persona en todo el planeta a la que estaría dispuesto a ofrecerle las cenizas de mis guerras, con tal de obtener su sonrisa.

Además, el matrimonio es un símbolo sagrado, debes honrar, respetar, amar, proteger y cuidar en salud y enfermedad y nadie te ha dicho que debas separarte cuando las aguas se pongan turbias. Solo permanecer y estar juntos para afrontar las más grandes guerras que se avecinan y que amenazan con derrumbar la torre que los sostiene.

Estoy más que dispuesto a luchar por todo esto, por esta casa, por este hogar, por ellos tres, por ella exactamente, porque es ella quien me va a acompañar hasta el final de los días, con quien reiré y recibiré a los hijos de nuestros hijos y si, es gracioso. Tengo la mente de un anciano y apenas voy en mis veintitrés, pero creo que me han criado muy bien, que mis padres hicieron un buen trabajo que estoy dispuesto a enseñarle a mi familia, a cada miembro que se vaya incorporando.

—¡Joder, Xander! —se queja enarcando una ceja —. ¿¡Porque siempre tienes que preñarme!?

—Tú me pediste que lo hiciera —continúo leyendo los informes en mi tableta.

—Eres un...

—Dijiste muy claro, Joelene, que querías un hijo —mis palabras la congelan en el aire. Le apunto a su barriga posando mi mano encima —. Ahí está, lo tienes.

—¿A que esta bonita? —solloza sacándome una sonrisa.

También decían que las embarazadas son personas normales que cargan con otro ser y que cuando tienen un esposo prefieren ponerse más sensibles, les gusta los mimos y que les prestes atención. Se engríen, por el simple hecho de que saben que tu también estas emocionado.

Abro los brazos y ella deja sus papas fritas a un lado junto a su soda. Se sienta de lado en mis piernas dejándome rodearla con mis brazos. La apretujo contra mi cuerpo besando su mejilla sin quitar la mano de su vientre.

—¿Cómo crees que sea? —murmura recostando su cabeza contra mi pecho.

—Pesada, como tú.

—¡Xander! —regaña dándome un manotazo en la mano.

Suelto una carcajada apretándola contra mi cuerpo, se ríe dejándome besarla por cada centímetro de su rostro. Al fin llego a sus labios y me concentro en su mirada. En verdad no sé qué hace Dios exactamente para destinarte a alguien y que en cada oportunidad que tengas de verle a los ojos sientas que es irreal y que, aun así, lo sostienes.

Odio ficticioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora