CAPÍTULO 3: Riesgos

13.2K 590 164
                                    

Rev Hearst

Retiro mi mano subiéndola por mi abdomen, la sensación tranquilizante, el espasmo controlando mi cuerpo, saciarme de mis propios toques es una cosa, hacer esto viendo una fotografía de Xander es otra.

Se siente tan jodidamente bien tocarse pensando en él, en sus ojos azules oscuros que pueden robarte el alma por la intensidad que poseen, el poder de atraer, la forma de llamar la atención robándole el aire a los pulmones de las personas. La forma tan drástica de reaccionar, su autocontrol. Su aliento a mentas, sus manos venosas, sus brazos gruesos, apretados contra cualquier camiseta que este usando.

Lo detesto, pero no voy a negar que me prende, incluso después de dos años, el sigue siendo toda razón para darme reacciones que nadie más ha podido crear en mi cuerpo. Pero es un idiota que se cree el puto rey de Esparta con su suficiencia.

Ni siquiera sé porque se ha rapado el cabello rubio tan corto. Cuando teníamos dieciocho lo tenía largo, ahora se ve tan maduro que tenerlo cerca me obliga a enredarlo para saborear un poco. No se ve nada mal y me pregunto qué se siente besar su boca, morder sus labios, rozar nuestras lenguas mientras atraigo su cabeza para mí. Sentir su piel, cuanto quema, cuanto toca. Cuanto...jadeo volviendo a sobar mi clítoris con rapidez, contraigo mis piernas tensándola, arqueo mi espalda baja viendo al techo antes que mis ojos se cierren al sentir el orgasmo.

Si, Xander Maddox sabe tan bien en mis propios cuentos y esta tan podrido en la realidad que una buena bofetada no le haría daño. O unas cuantas más de las que ya he aprovechado en darle, porque sin duda se lo merece.

Exhalo todo el aire acumulado en mis pulmones antes de descansar mi mano sobre mi abdomen. Me pongo de pie y me dirijo al cuarto de baño para asearme. Me desvisto ingresando a la ducha y no sé porque empiezo a imaginarme a Xander tocándome, sus dedos en mi cintura, su piel rozándose a la mía, su...

Demonios, no puedo estar tan necesitada de sexo, mucho menos de alguien que se ha atrevido a romperme. No podría volver con Maddox, ni en mil años lo haría. Voy a casarme con Sebastian, va a ser la mejor boda del año, voy a ser la novia más perfecta que alguien haya visto en los últimos siglos. Sin duda hablaran de mi por meses.

¿Quién demonios no hablaría sobre mí?

Soy tan magnifica como para que mantengan sus bocas en silencio. Sea bueno o malo, si la gente lleva tu nombre a sus bocas, eso quiere decir que importas. Que no tienen nada más importante que hacer con sus vidas que te enfocan como el centro de su universo.

A mí me encanta ser el centro del universo, por nada no soy la mujer más bella de La Ciudad Eléctrica. La que todos quisieron pedir mano cuando tenía dieciocho, hasta que alguien decidió que era mejor que yo eligiera.

Borro toda idea relacionada al heredero de los Knox para plantarme en frente del espejo, mi cabello mojado cae sobre mi pecho al desenredarlo de la toalla. Mis labios en forma de almendra horizontal sin ningún arco de cupido definido compactan en cuanto me estiro a ver la humedad de mis pestañas sobresaliendo. Tengo un tatuaje de delineado en el parpado, ya no es necesario maquilarme el ojo. Laceo mi cabello dejándolo caer sobre mi culo. Un buen atractivo si se usan pantalones ajustados.

Tomo la base de mi bolsa de maquillaje, empiezo con mi rutina habitual con una esponja, una brocha y uno que otro pincel que logre disimular el pasado. Dos horas más tarde estoy conduciendo al restaurante "Luces" de la ciudad donde están mis amigas esperándome en la mesa privada que usamos cada jueves.

Bajo del auto sintiendo las miradas sobre mí, algunas cámaras corriendo hacia mí y lo único en lo que puedo pensar es en que debería estar haciendo ahora mismo. Acomodo mi cabello por encima de mis mejillas e ingreso al lugar dejando que el mozo me guie a la mesa donde Ash y Unne están sentadas conversando.

Odio ficticioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora