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— ¡¡BIEEN!! NO PUEDE SER — gritó eufórica mientras daba pequeños saltos sobre su lugar — ¡LES GANÉ A TODOS USTEDES! — siguió gritando, esta vez con un tono burlón, miró de reojo a todas las personas que estaban al rededor de la mesa redonda, la mayoría de ellos tenían un semblante enfadado, otros no se molestaron en demostrar sus emociones.

— la señorita Edén ganó el boleto para viajar en "La Liberté" felicidades — habló un hombre mayor, con una barba larga y blanquecina; sacó de su bolsillo un boleto de tonalidades blancas y doradas y se la entregó a la chica, los ojos de ella brillaban cual diamante — le recuerdo que el barco está a un par de cuadras al norte y zarpa en 30 minutos, si corre podrá llegar a tiempo — el ánimo de la chica cambió drásticamente a uno de preocupación.

— mierda, no tengo nada hecho... mi ropa, mis cosas ¡mi gato! — exclamó — pero no voy a desaprovechar esta oportunidad — tomó cuidadosamente el boleto y se despidió dulcemente del señor — es primera vez que ganas una apuesta, Edén, felicitaciones, que tengas un buen viaje.

— ¡gracias Emil! le mostraré fotos cuando regrese — ambos se sonrieron, y rápidamente Edén guardó el boleto en su mochila y salió del bar a un paso apresurado. 

Edén era una chica joven, amante de la naturaleza y de conocer lugares nuevos, una trotamundos por dónde se le vea, debido a su inestable trabajo no podía costearse un lugar definitivo, así que estaba constantemente cambiándose de casa en búsqueda del arriendo más barato. Una noche de invierno conoció un bar en el cual se hizo amiga de varios marinos borrachos, tenían en común el gusto culposo por las apuestas, ella nunca apostó algo realmente de valor, primero porque no poseía nada digno de apostar, y segundo porque no iba a poner en peligro lo poco que tenía.

Ella nunca ganaba, siempre era de las primeras en perder, pero aquel día la vida le dio una oportunidad, uno de los mejores premios que era el boleto para viajar en Le Liberté fue entregado justamente a ella ¡era un sueño hecho realidad! 

Iba a arriesgarlo todo, viajaría con solo su pequeña mochila que poseía un jersey, su billetera, cepillo de dientes y llaves de la casa, luego llamaría a su madre para pedirle que se lleve a su gato con ella mientras estaba fuera.

A penas salió del bar corrió lo más rápido posible para llegar a su destino, estaba en contra el tiempo y no debía darse el lujo de ir lento o perdería la única oportunidad que tenía de viajar limpiamente gratis. Sus piernas empezaban a temblar debido a la fuerza con la que pisaba, pasaba entre medio de la gente, lamentablemente el lugar del barco estaba en un lugar muy concurrido así que debía poner en práctica sus reflejos para no botar a nadie al suelo.

— ¡disculpe! ¡lo lamento! — exclamaba entre los murmullos de la gente.

Luego de varios minutos corriendo, logró divisar un gran barco blanco, poseía ventanales sorprendentes y decoraciones extravagantes, no aguantó y volvió a gritar de la emoción — ¡no puedo creer que esto esté pasando!

Su cansancio desapareció al instante al ver la majestuosidad del barco, no le entraba en la cabeza que alguien como ella pudiese ser digna de vivir unos días como una persona de un estatus social mayor.

-—¡no no no! — cuando se estaba acercando vio al guardia que recibía los boletos cerrando la puerta, éste al sentir los pasos apresurados de Edén se volteó algo asustado — ¡tengo el boleto! — gritó la chica sacando el boleto de su mochila — pff, qué va... — suspiró cansado y agotado — apúrate por favor, estábamos a punto de cerrar.

— ¡sí! tenga — le entrego con una sonrisa amplia aquel papel blanco, éste la dejó entrar, pero su mirar colérico no se fue de su rostro.

Ella tampoco sabía que a penas pisó aquel barco, su vida iba a dar una vuelta de 180 grados.

Ella tampoco sabía que a penas pisó aquel barco, su vida iba a dar una vuelta de 180 grados

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Tragedia de la Libertad (Kurapika | Lectora)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt