Mycroft Holmes

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La lluvia habitual de Londres, tan irrelevante y ordinaria fungían como compañía, las manos dentro del abrigo y la mirada perdida, un torbellino de pensamientos, como solía serlo su mente brillante, pero por el momento se veían empañados, como si sus pensamientos buscaran arrojar información, pero se frenarán entre ellos mismos.

Un cigarrillo es puesto al alcance de la vista periférica, no hace ningún esfuerzo en verificar quien lo oferta, lo toma en un hábil movimiento.

—¿A que debo tu visita Mycroft? ¿verificas cuanto tiempo puedo estar lejos de la nicotina? — la respuesta es un encendedor con la llama lista para utilizarse, acepta sin objeción alguna.

— Una visita sin segundas intenciones a mi hermano pequeño, ¿eso es un crimen Sherlock? — las palabras en el aire y el sonido de las gotas de lluvia golpeando contra el suelo, el detective consultor deja que el humo del cigarro viaje con el viento antes de decir algunas palabras.

— No somos esa clase de hermanos, ¿es parte de algún nuevo programa del gobierno británico? ¿cercanía con la familia? —

Mycroft balancea el paraguas que suele llevar consigo, su cigarro por finalizar, la mirada fija al de rizos.

— Los sentimentalismos no son parte de nosotros Sherlock, tienes razón en ello—

El menor asiente, ha olvidado el cigarro que lleva en la mano y se ha consumido solo después de la primera calada.

— Pero siempre he vigilado tu bienestar, eso es lo que hace un hermano mayor—

— Mantienes al margen mis acciones y limpias disturbios que puedan interferir y dañar tu trabajo Mycroft, el beneficio es unilateral— responde en automático.

— Siempre una respuesta Sherlock, algo rápido, intelectual, razonable y alejado de cuestiones que te hagan parecer sentimental y vulnerable... tus pensamientos ¿son borrosos ahora o me equivoco? — una breve pausa sin respuesta.

— Como si se tratase de nubes que van haciendo imposible la nitidez en tu palacio mental, no piensas con claridad y no sabes que es a lo que huyes—

— No tengo tiempo para esto Mycroft— susurra Sherlock al tiempo que sostiene la mirada fija al mayor, la sensación de hormigueo en el cuerpo le crece, es como una especie de abstinencia, pero sin necesidad de consumir algo que lo tranquilice.

— Se que es lo que evitas Sherlock, y tú también tienes conocimiento absoluto de lo que es, pero estas tan inmerso en...—

El de rizos no espera más tiempo y camina al lado contrario de la calle, lejos de su hermano.

Mycroft sonríe un poco con desgano, acostumbrado a las rabietas silenciosas del pequeño de los Holmes, observa la caminata rápida, aún hay tiempo para terminar la conversación en otro momento.

¿Por qué no impides la boda, Sherlock?Where stories live. Discover now