Takemichi no tenía suerte en el amor, a pesar de su corta edad él podía decir que ni siquiera era popular, y al ver a varios compañeros con pareja comportarse tan melosamente él quiso también sentirse amado.
Ante este enorme deseo y anhelo el cual...
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Después de que Takemichi había sido “secuestrado”, a palabras de Mikey, la Tokyo Manji, o mejor dicho Mikey, decidieron que sería una buena idea ponerle al rubio algunos guardaespaldas que pudieran estar junto a él siempre y en todo momento.
Obviamente se negó rotundamente, ¿quién querría tener algún pandillero haciendo de guardaespaldas todo el tiempo?, lo que menos quería era llamar la atención más de la que ya tenía al ser amigo de el trío conformado por Baji, Chifuyu y Hakkai, y por si fuera poco el ser visto tan cercano con el líder de una de las pandillas más grandes.
Y ahora, el tener un pandillero o más siempre pegado a él definitivamente llamaría demasiado la atención.
Así que se mantuvo firme a su decisión, no dispuesto a ceder ante cualquier capricho de Mikey esta vez, Draken debe estar muy orgulloso de él.
Hasta que Mikey usó sus ojos de cachorro para convencerlo, haciendo que sea difícil poder negarse, Takemichi era tan débil ante aquellos brillantes ojos y ese pequeño demonio lo sabía, por más que trato ignóralos no pudo por lo que terminó cediendo, pero con la condición que no fuera todo el tiempo ni que fueran muchos.
— Esta bien, ¿y quienes serán mis guardaespaldas —, suspiro el rubio agotado, mirando a Mikey tan feliz de que aceptará.
Casi todos los capitanes estaban presentes junto a sus vice, hablando entre sí ya que la reunión de Toman ya había terminado hace rato y solo estaban ahí esperando que Takemichi aceptara como sabían que lo haría.
— Mmm, pues… —, se giro pensando, notando a Baji azar la mano con una sonrisa de lado, se giro para encarar a Takemichi y gritarle, —¡Baji no! —, tan rápido lo dijo el peli negro se empezó a quejar y acercarse pidiendo una explicación molesto.
Takemichi solo asintió, pensando que sería problemático como guardaespaldas.
— Supongo que al final, no hay mejor guardaespaldas que yo —, el rubio cenizo se apuntó orgulloso de su declaración ignorando a su amigo colmilludo.
Baji abrió la boca incrédulo, — ¿Qué?, ¿tu?, por favor, estoy seguro que terminarías olvidando a Takemitchy en algún lado—.
El oji azul sudaba, «Bueno, no se equivoca del todo».
—¡¿Qué significa eso?!, ¡Es mentira! —, Mikey se paró con el seño fruncido, — Yo no haría algo como eso —.
Los dos se empezaron a gritar, cada uno señalando sus razones de porque el otro sería el peor guardaespaldas.
—¡Baji sería un gran guardaespaldas! —, Chifuyu se unió, aunque este no fuera escuchado por su terco líder.
