Takemichi no tenía suerte en el amor, a pesar de su corta edad él podía decir que ni siquiera era popular, y al ver a varios compañeros con pareja comportarse tan melosamente él quiso también sentirse amado.
Ante este enorme deseo y anhelo el cual...
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Takemichi Hanagaki es hijo único que ha vivido prácticamente solo durante toda su niñez, sus padres siempre se encontraban ocupados por sus trabajos por lo cual no pasaban tiempo con él, no es que le importe ahora que se encontraba empezando la preparatoria.
Su alarma sonó ordenándole levantarse de su comodidad de su refugio de sabanas que lo envolvían, con pereza lo apagó sin energía alguna.
Su cabello se encontraba desordenado y con aquel rubio mal teñido que se había hecho en un ataque de rebeldía, según él. Con una cara perdida vio la hora, la 6:00 am buena hora para comer e irse caminando con toda la flojera del mundo ya que su escuela no quedaba muy lejos de donde vivía.
Ya un poco más despierto se dirigió al baño mientras bostezaba, se miró al espejo observando el nido de pájaros que tenia por cabello. Se lavó la cara para después irse a prepararse de comer.
Hanagaki en definitiva no era un mal cocinero pero tampoco era excelente, únicamente era bueno gracias a la experiencia adquirida por los años, después de múltiples quemaduras y corte iniciales cuando había tenido que prepararse algo más que comida rápida, después de todo, no era saludable para un niño como él ni lo remotamente suficiente para su crecimiento. He de ahí la razón de su diminuta altura, la cual no ayudaba cuando siempre estaba rodeado de estudiantes más alto que sus grandiosos 1.65 cm de alto, lo cual lo hacía ser aún más invisible para la mayoría.
Pero como siempre ante esto simplemente podía decir... culpa de mis padres.
Pero aun con una estatura mas pequeña que del promedio de Japón no estaba muy seguro de como él podía ser tan imperceptible, bueno sus amigos claramente lo veían pero ellos ahora ya no estarían con él en la preparatoria a la cual estaría, ya que esta era la mejor opción para alguien con el promedio tan malo como el que tenía.
Indudablemente los extrañaría mucho y más que nada estaría muy nervioso tratando de convivir con desconocidos. Ya que estaban la cuestión de que no sabría como acercarse a sus compañeros.
¿Y si todos se conocen desde la secundaria?, ¿y si termino siendo el único solitario del salón?
Esas y muchas dudas más carcomían su mente cuando se encontraba listo en la entrada de su casa. «Bueno, me las arreglaré de alguna forma», pensó Takemichi intentando calmarse.
Bien, aquí estaba por fin en su salón de clases. Sus compañeros parecían muy animados y hacían mucho ruido, por otro lado estaba el sentadito sin hacer nada.
Y tal como temió, todos parecían ya haber formado sus propios grupitos, lo peor. «¿Y ahora, que se supone que haga?», lloraba el rubio teñido en su mente.
Tan poco parecía que nadie quería acercarse a él. «¿Será por mi cabello?», pensaba nervioso.
Había hasta parejitas, observó como parecían hasta comerse la cara sin importarles dónde estaban.
