Takemichi no tenía suerte en el amor, a pesar de su corta edad él podía decir que ni siquiera era popular, y al ver a varios compañeros con pareja comportarse tan melosamente él quiso también sentirse amado.
Ante este enorme deseo y anhelo el cual...
Йой! Нажаль, це зображення не відповідає нашим правилам. Щоб продовжити публікацію, будь ласка, видаліть його або завантажте інше.
Los primeros rayos de sol despertaron a Takemichi, quien arrugó la nariz de molestia para simplemente cambiar de posición en su cama. Poco a poco empezó a abrir los ojos, y al escuchar a los pájaros cantar se despertó de un salto mirando hacia su ventana para ver que efectivamente ya había salido el sol.
Un poco perdido se giró tan rápido como le permitía su cuello para observar el despertador del cual no había sonado.
«No, no, no, ¡¡Son las 6:50!!», pensaba asustado por lo tarde que era, considerando que tardaba 7 minutos llegar hacia la escuela sin contar el tiempo que le tomaría arreglarse. Por lo que alarmado y con el corazón en la garganta, se levantó a toda prisa a vestirse, lavarse los dientes y peinar su cabello revuelto.
Tan apurado estaba que optó por no preparar su lunch y simplemente salió a toda prisa de su casa.
Por las prisas no se había dado cuanta de que los botones de su camisa estaban mal puestos y su corbata era un desastre, algo que en ese momento no tenía mucha importancia, porque estaba a punto de llegar tarde a su segundo día de clases.
Mientras corría con todo lo que sus piernas podían, unos 3 perros le empezaron a perseguir por lo que aceleró aun más al ver el tamaño de estos. «¡No puede ser, que alguien me ayude!», lloraba internamente Takemichi.
Volteó atrás de el para mirar por un instante a los perros que le correteaban que no se dio cuenta de una mujer que traía un enorme ramo de flores el cual al regresar su mirada al frente termino dándole en toda la cara. Dejándolo así lleno de pétalos.
—¡L-lo siento mucho! ¡Perdóneme! —, gritaba mientras volvía a emprender la carrera.
Los perros dejaron de seguirlo en algún punto después de eso, pero justo cuando estaba por cruzar una esquina chocó con alguien, haciendo que terminara cayendo.
―¡Tu! Fíjate por donde...―, bramó el chico con el que había chocado solo para callarse al mirar con quien estaba en el suelo.
Al frente de el estaba Takemichi, el cual después de todo el maratón que había hecho se encontraba con el cabello revuelto con pétalos, la camisa semiabierta debido que el segundo botón se encontraba colocado en la primer ojal de su camisa y tenia la cara roja con pequeñas lagrimitas en sus ojos.
―¡Lo siento mucho!― exclamó el ojiazul con miedo con el pelinegro que estaba enfrente le había gritado y que se veía un poco peligroso.
«Wow…bonito». Pensó Baji sonrojándose al mirar al pequeño rubio.
―Wow, esto es tan cliché ―mencionó Hina al mirar la escena frente ella mientras comía palomitas.
Ella había decidido observar a Takemichi preocupada sobre lo que esa flecha ocasionaría. Aunque no hubiera esperado algo así si era honesta.
Mientras tanto, Baji había quedado estático sin saber como comportarse cerca del chico bonito con el que había chocado.
—¿Te encuentras bien?, ¿No te lastimaste? —, preguntaba Takemichi más preocupado por la otra persona que por si mismo.
