Lie to me - Billy Hargrove +18

¿Amor? +18

Billy no dudó en entrar conmigo en la ducha y meterse bajo el agua, que le mojó el pelo en segundos.

Ay dios mío.

¿Alguna biblia por ahí?

Iba a ir al infierno directita.

Joder.

- ¿Me dejas? -preguntó Billy cogiendo el jabón que tenía a mi lado.

Yo asentí y él sonrió pícaro.

Cogió el jabón y se puso un poco en la mano.

Y empezó a enjabonarme el cuerpo.

Los brazos, los hombros.

Llegó a mi pechos y los cubrió con sus grandes manos, llenándolos de jabón.

Se entretuvo a jugar con mis pezones unos minutos, mientras el agua seguía cayendo encima de los dos.

Sus manos bajaron por mi estómago y cintura, siguiendo su camino.

Llevó las manos hacia mi espalda, subiendo y bajando por ella, hasta que bajó de más y agarró mi trasero con fuerza.

Lo masajeó a su antojo y me dio una nalgada que hizo eco en el vestuario.

- Joder. -gruñó.

Yo bajé la vista y vi su enorme erección apuntando hacia mi.

Me reí un poquito.

Sus manos volvieron a la parte de delante y esta vez se colaron entre mis piernas, acariciando mi centro, húmedo y palpitante.

Yo gemí y me aferré a sus hombros para no caerme.

- Mírame, Heather. -gruñó.

Mierda.

Alcé mi vista y lo miré a los ojos.

- Billy, por favor. -gemí cuando dos de sus dedos se colaron en mi interior.

No dijo nada, solo sonrió y siguió con su trabajo durante un rato.

Hasta que sacó sus dedos y se giró para coger algo de la repisa donde estaban los jabones.

Cogió un condón.

¿En qué momento lo había puesto ahí?

Maldito Hargrove.

Se puso el condón en pocos segundos y me levantó.

Mi espalda chocó contra la pared, debajo del chorro de la ducha.

- Mírame, Heather, quiero que me mires mientras te hago mía. -gruñó con la voz grave.

Yo solté un gemido y asentí.

Su punta apretaba contra mi entrada.

Subí mis ojos hasta los suyos.

Y fue lo peor que pude hacer.

Vi sueños, emociones, y lo que era peor, vi amor.

O eso creí ver.

Supongo que era el reflejo que mis ojos.

¿Amor?

Billy entró en mi sin previo aviso, sin dejar de mirarme.

Me embestía con fuerza, haciendo que mi espalda chocase contra la pared fría y mojada, haciendo que mi cuerpo se estremeciera entre el calor de su cuerpo y del agua tibia cayendo sobre nosotros.

Seguía mirando sus ojos.

¿Por qué me hacía hacer eso?

Realmente odiaba a Steve en esos momentos por hacerme hacer esa maldita apuesta.