Contemplar la Luna en medio de la resilencia.

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"Estoy a punto de morir en silencio con el miedo de ser abandonado"


El golpe fue de inmediato a sus fosas nasales y Pete se aturdió tan pronto sintió el sabor a café en su lengua casi como el suyo, pero menos dulce, más rico y adictivo.
Su sorpresa fue inmediata pues un adolescente de un metro con cincuenta y pico le sonreía  adormilado, un adolescente que sabía se llamaba Macao.

-Dios mío, no por favor, por la diosa Luna que mi destinado no sea un niño- Lloriqueo Pete aferrándose a la puerta, mientras seguía viendo al chico sonreírle y se atrevió a olfatear y si apestaba a café.

Pete estaba aturdido, estaba asustado y estaba enojado con el puto destino, pero tenía que ser un profesional y seguir con su trabajo, no tenía tiempo para llorar, eso podía esperar hasta finalizar la sesión o tal vez podía fingir que no estaba pasando nada.

Comenzó presentándose y notando lo limitado que estaba el lenguaje de Macao para seguir con ejercicios motrices, algo de juego libre y repetición de palabras o frases. Sin darse cuenta había pasado una hora y Macao seguía oliendo a café, a Pete se le escaparon unas cuantas lágrimas imaginarias su destino era vivir con alguien a quién no podía amar viviendo por el resto de su vida solo y sí, Pete era un romántico de aquellos que prefieren actuar antes que hablar.  Al terminar eran alrededor de las seis en punto el sol ya se había ido del cielo y solo estaba la luna que parecía más cerca al consultorio pues estaban en el quinto piso, pero por alguna razón hoy estaba más grande y bonita.

Pete salió en compañía del adolescente tomando su mano, pero por alguna razón no sentía nada y por Dios, agradecía no sentir nada, este era un niño y el un adulto que era su doctor.

-Voy a llevarte con tu madre, para presentarme formalmente Macao así que guíame con ella- Le habló Pete con un miedo impregnado en su ser completo.

-No, mamá no, hermano Vegas- Le dijo el niño de manera risueña. Y claro que Pete sabía que su familia se conformaba por su madre y su hermano mayor llamado Vegas, era su médico, claro que tenía su expediente e información familiar.

-Entonces guíame con tu hermano-

Pete estaba cagado de miedo, como le explicaría a la familia en un futuro que al parecer un niño, su hijo y hermano, era su destinado, está vez esto había ido muy lejos.

Macao era todo sonrisas desde que comenzó la terapia y ahora ese pasillo de cinco metros parecía de un kilómetro para el doctor que aparte aún tenía malestar en la pierna afectada por el accidente.

Al llegar a la recepción Macao le soltó la mano y fue corriendo al chico que estaba en el gran ventanal observando la luna.

-Vegas, es doctor, hola a doctor-
Vegas sabía que su hermano quería que saludara a su doctor y por lo visto estaba muy feliz así que tomó la mano de su hermano, mientras volteaba a ver al doctor.

A Vegas lo estaba tocando la luna o eso parecía cuando dió vuelta y tomo la mano de Macao con la luna detrás de él bañándolo en sus rayos.

Pete quedó petrificado en ese momento no solo el chico veinteañero era hermoso sino que olía fenomenal a café algo dulce, pero debía mantener la compostura era el hermano de su paciente, probablemente no era su destinado y solo estaba confundido, probablemente estaba solo hormonal para este punto Pete ya no entendía nada.

-Un placer soy el doctor Pete, me presento formalmente y ofrezco una disculpa por estas semanas donde no pude asistir, espero no haya sido un problema-  Pete ofreció su mano al chico que lo miraba confundido.

-Un placer doctor soy Vegas, el hermano mayor de Macao, no se preocupe, espero se encuentre bien- Ambos estaban conectados en ese apretón de manos.

Y tanto Vegas como Pete podían sentir esa corriente que empezaba en su espina dorsal y terminaba en la punta de sus dedos.

-La próxima semana podría darte el programa completo de lo que se va a trabajar estás sesiones con Macao, sería un poco menos de tiempo con tu hermano, sí te parece- Sonrió Pete aún sin soltar la mano de Vegas.

-Si, nos vemos el próximo jueves entonces doctor- Vegas le sonrió al doctor de manera coqueta y un tanto confundida pues aún no entendía que estaba sintiendo, pero sabía apreciar a un chico apuesto y el doctor era muy muy apuesto.

Y quién sabe tal vez esa fantasía donde conoce a un enfermero/doctor sexy se estaba cumpliendo.

-Vamos Macao, despide del doctor-

- Adiós, doctor, lo hiciste muy genial Macao- sonrió el pequeño adolescente.

A Macao le gustaba ser reconocido en su entorno en general, pero más en terapia, ya que se esforzaba de sobremanera para complacer a su madre y Vegas lo sabía aunque ella nunca podía reconocerlo como tal.

- Se refiere a que trabajaron muy bien- hablo un Vegas nervioso y con miedo de ser juzgado o mejor dicho que Macao fuera juzgado.

- No te preocupes. Lo entiendo y claro que lo hiciste genial Macao choca esos cinco- Al momento de tocar su mano no sintió nada y eso alivio por completo a Pete.

El adolescente de hecho empezaba a oler a fresa o frambuesa, pero su hermano mayor emanaba un olor a café delicioso de esos que Pete disfruta por la mañana después de una noche de estrés por no dormir.

Pete observó cómo ambos avanzaban y aunque Vegas no era tan alto, pudo observar sus fuertes brazos y trabajadas piernas con una actitud que mostraba fuerza y determinación.


Al fin se cruzaron sus destinos
¿Será la primera vez que se cruzan?

Hasta La Raíz/ VegasPeteWhere stories live. Discover now