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Un entrecortado sollozo escapó de los labios de Taehyung y se apuró en cubrirse la boca con la manga de su abrigo, solo en caso de que no fuese el único en ese baño y alguien llegase a escucharlo. Pero otro sollozo volvió a escaparse, con un par de lágrimas más y solo entonces se permitió llorar un poco, sin hacer ruido.

Había descuidado demasiado sus estudios. Se encontraba avergonzado, preocupado; tenía una beca que mantener, ¿cómo había podido ser tan confiado? Él era listo, lo sabía, por eso y por mucho esfuerzo había logrado estar donde estaba, pero esa nota no había reflejado nada de aquello. Enojado consigo mismo, arrugó la hoja que escondía su horrible baja calificación y se encaminó fuera de la universidad.

Ojalá Jimin no estuviese en el departamento, deseó, porque no quería que lo viese llorar si iba a pasar de él como esas semanas había estado haciéndolo. Taehyung estaba triste, devastado le quedaba corto, y extrañaba a su mejor amigo más que a nadie en el mundo. El trabajo cada vez le parecía más pesado, las horas extras que hacía no le daban espacio a estudiar sino hasta altas horas de la noche en las que llegaba a casa con las piernas agotadas por haber estado tanto tiempo de pie, y ni hablar del estrés adicional que le cargaban los clientes si estaban de mal humor como sucedía la mayor parte del tiempo.

Dormía un par de horas, se levantaba para ir a la estudiar, salía e iba al trabajo, terminaba muy tarde, llegaba a avanzar tareas y volvía a dormir un par de horas... Era eso entonces ser un adulto independiente, pensó, aunque no el que esperaba ser cuando era pequeño. Se encontraba tan estresado, que ganas no le faltaban para tomar sus cosas, dejarlo todo y volver a la granja con su abuela. Ser feliz con ella en Daegu...

Cómo extrañaba su casita, a sus animalitos, el campo y el celeste cielo lleno de pomposas nubes.

Con pesar, ingresó la clave de la puerta del departamento y empujó la manija hacia abajo. Quería echarse a llorar como un bebé berrinchudo por el cansancio de la sola idea de pensar en que iba a reposar a lo mucho media hora esta vez y luego tendría que correr fuera de su cama. De nuevo.

Dejó su bolso sobre el perchero y se quitó los zapatos. El departamento estaba en completo silencio, así que estaba solo una vez más; o eso pensó hasta que escuchó un par de sollozos. ¿Era Jimin? Se apresuró en retirarse el abrigo y descalzo corrió a su habitación. ¿Se trataba de otro ataque de pánico? ¿se estaría sintiendo mal? Cuando llegó al cuarto segundos después, su cuerpo quedó completamente inmóvil y de su mente desapareció todo pensamiento.

Al borde de su cama yacían dos personas, una de ellas era Jimin, quien lloraba a lágrima viva en el hombre de la mujer a su lado, una de cabellos blancos, sonrisa dulce y carita de arrugas.

—Taehyungie, ahí estás.

Las lágrimas no tardaron en mojar el rostro Taehyung, como un par de cascadas. Corrió hacia el regazo de su abuela y se permitió llorar como un pequeño niño al que le habían roto su juguete favorito.

—¿A-abuelita? Abuelita...

La anciana mujer llevó una mano hacia las hebras castañas de su nieto y repasó una por una en tiernos mimos. Taehyung cerraba los ojos con fuerza y se aferraba a ella. No podía creerlo, ¿de verdad era su abuela? ¿era ella? Se echó a llorar con más fuerza aún. ¿Cómo había logrado llegar a Seúl? ¿había viajado solita? Si se había quedado dormido y verla de manera tan real era solo un cruel sueño...

All of my LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora