CAPITULO II

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Fue en el almuerzo del mediodía cuando Eleonor le propuso a Zara ir a comprar nueva ropa. Era de conocimiento general que sus pertenencias eran escasas así que Zara no tuvo una excusa para escapar de la situación. No era que odiara comprar ropa, es que, ante la falta de dinero, el gasto en su apariencia le parecía innecesario. Pero eso era antes, cuando el orfanato era el que tenía un presupuesto muy bajo, ergo su ropa era de segunda calidad o hecha a mano por las mismas ayudantes. Ahora, Zara conocería el poder de una tarjeta de debito.

Decidieron salir 10 minutos después de la comida, así no volverían de noche. El recorrido duró unos 30 minutos y durante todo el trayecto ninguna dijo nada. Zara realmente esperaba que Eleonor no se ofendiera por su falta de comunicación porque no podía hacer nada al respecto: las palabras simplemente no salían. 

En la historia de su vida hay que hacer hincapié en esta cualidad de ella. Cuando ella fue dejada en el orfanato, los cuidadores, como es lógico, le realizaron alguna que otra prueba de aptitud y personalidad para entender su falta de comunicación. No consiguieron sacarle ni una sola palabra por un año entero hasta que Zara conoció a Carmen. Fue durante una pesadilla, una de las múltiples que solía tener, y Carmen, quien había sido transferida a su misma habitación, fue quien la calmó al cantarle una canción de cuna. Cuando dejó de llorar, Carmen le preguntó al respecto Zara comenzó a contarle todo: cómo había sido abandonada por su familia quien nunca le dió afecto y la dejaban sin comida cada vez que no respetaba alguna norma o contestaba, por lo que Zara decidió callarse. Al saber esto el equipo del orfanato, la ayuda que le dieron a Zara fue más efectiva y, con el paso del tiempo y la ayuda de Carmen, Zara pudo volver a hablar... al menos lo básico. Aunque con Carmen demostró que era una chica llena de opiniones y muy pero muy charlatana, solo que únicamente con la gente de su confianza.

Y, a pesar de todo lo que Eleonor y Dean habían hecho por ella, la confianza que les tenía era mínima. 

Los locales del centro comercial no le llamaron la atención: los pantalones ajustados, las polleras cortísimas y las remeras engomadas no eran de su agrado. Por esta razón, Eleonor y ella caminaron hacia lo que llamaron ellas mismas las tiendas escondidas, siendo estas locales que no se encontraban en las zonas concurridas y el estilo de ropa que vendían era más tradicional, más de abuela diría Carmen. 

-¿Te gusta este?- señaló Eleonor. Se veía en la vidriera un mannequin con una blusa blanca y una pollera estilo escocesa que llegaba hasta la rodilla. Con los zapatos negros que se había comprado hace unos momentos, Zara pensó que ese podría ser su nuevo conjunto favorito. Hasta combinaría con su abrigo bordo y bufanda roja.

-Me encanta- murmuró ella ensimismada. Eleonor sonrió y practicamente la arrastró dentro del local. 

Salieron de este con dos bolsas con un total de 2 camisas, 3 remeras y 4 polleras. Contentisima por la compra y por la sensación de estar gastando en ella misma, nuevo sentimiento, Zara practicamente caminaba saltando y con una amplia sonrisa. 

-¿Podemos antes de irnos pasar por una librería?- Eleonor asintió pero con el corazón saltando de emoción al haber escuchado a Zara dirigirle la palabra.

-No esperaba menos de vos- Zara río y ambas se encaminaron hacia la librería del centro comercial, la más grande de la ciudad. 

Eleonor, apenas se adentraron, se dirigió a la zona donde la gente se podía sentar y dejó que Zara deambulara por el local. Para la joven fueron 5 minutos pero en realidad merodeó por 30, buscando romances que necesitara tener en su estantería. Llevándose 2 libros (porque más le parecía demasiado considerando las bolsas que cargaban), buscó a Eleonor, quien pagó y las dos se dirigieron al vehículo. Una vez sentadas, Zara hizo lo que llevaba tiempo queriendo hacer.

𝒊𝒏𝒗𝒊𝒔𝒊𝒃𝒍𝒆 𝒔𝒕𝒓𝒊𝒏𝒈, rhydian morrisWhere stories live. Discover now