24. Vivo

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Toco el timbre una vez más pero nada, nadie abre, en una ocasión, la primera de las siete veces que he tocado, escuché pesos acercarse pero nadie abrió, luego los escuché alejarse.

Charlotte sigue enfadada, y lo acepto, pero no me pienso ir hasta hablar con ella, ya no quiero estar enojado, tan solo ha pasado una noche, y durante esas horas nocturnas solo pude mirar el techo y mi celular por cortos lapsos de tiempo esperando una respuesta a mis múltiples mensajes.

Perdóname.

Charlotte

¿Princesita?

Charlotte Hamilton?

Perdóname, no quería descargar mi ira, fui muy tonto, solo quiero disculparme.

¿Puedo ir a tu casa?

Y esos solo son un par de todos los que he mandado, y han sido apuñalados con unas palomitas azules.

Me siento en el suelo y recargo mi espalda en la pared junto a la puerta, estoy dispuesto a esperar lo que sea necesario, en algún momento tiene que salir, no sé, alguna compra o algo mas. Solo quiero abrazarla y explicarle que no quiero hablar sobre mi cita con el psicólogo, pero quiero hablar sobre todos los demás temas con ella mientras nos sentamos en el sofá, en la alfombra, en su cama, o en una colina a la luz de la luna.

Quiero a Charlotte, quiero invitarla a mi cumpleaños, que conozca a mis padres, el mirador de la ciudad, el local de los helados, mi escuela, mi lugar seguro, los pasteles de mi madre, que conozca a Charlie.

Suspiro con cansancio ante los largos cinco minutos que llevo esperando, así que decido tocar la puerta sin ponerme de pie, a lo lejos escucho pasos acercarse pero nadie abre, tal vez solo ve por la mirilla y por eso no me abre, pero ahora que un fantasma toca debe estar confundida. Toco una vez más, por debajo de la puerta se nota la luz y la sombra de sus pies, sonrío con diversión y vuelvo a tocar de nuevo.

Escucho los seguros de la puerta abrirse y me escabullo para no ser visto, la puerta se abre y ella sale mirando a los lados, pero realmente el "fantasma" está en el suelo, le tomo la pierna con delicadeza y grito:

—¡Buh!

El eco de su grito en el pasillo me hace reír, y aún más cuando su pequeño salto me hace caer sobre mi pecho al separar mis manos de su pierna

.

—¡Jace! — me regaña entre dientes.

Me pongo de pie entre risas.

—Jace... —susurra cuando posiblemente se da cuenta que soy yo, está enfadada y no me quiere ver. Trata de entrar a la casa y cerrar la puerta pero me adelanto a poner mi pie antes de quedarme fuera de nuevo.

—Espera, espera.

—Vete, vete.

—Mi pie, Charlotte, lo harás papilla.

—Vete, vete.

—Abre, abre.

—Cierra, cierra.

—Por favor—suplico.

Abre la puerta dándose por vencida y dejando de torturar mi pie con su fuerza de chica enojada. Entro a casa y cierro la puerta detrás de mí, me detengo frente a ella con una sonrisa, estoy realmente feliz de poder verle de nuevo, pero ella no aparece estarlo de verme a mí, sus cejas y boca fruncidas, y brazos cruzados con pose de madre enojada, me hacen saberlo.

—No quiero hablar en general—murmura imitando mis palabras en aquella llamada.

Se da la vuelta y me dispongo a seguirla.

Por toda la eternidad ✅Where stories live. Discover now