«¿Por qué vienes con esa cara de espanto?»

Start from the beginning
                                    

Nuestro extraño primer encuentro, la forma en la que siempre parecía observarme en silencio con ojos inquisitivos o la preocupación que sacudía su rictus cuando algún peligro me acechaba fueron solo algunas de las cosas que me hicieron comprender que no mentía. Afrodita siempre había estado disponible para mí, a la espera de mis demandas.

—¿Quién es él? —El llanto silencioso que anegó sus iris al entender que creía aquello que estaba diciéndome me hizo querer consolarla—. ¿Quién es mi padre, Afrodita?

—Tú sabes quién es, cariño. En el fondo siempre lo has sabido.

Ahogué un sollozo de profundo dolor. Él mismo me dio la pista cuando, antes de despedirme, me hizo saber que llevaba años esperando nuestro reencuentro. Lo supe cuando reconocí sus ojos oscuros durante uno de mis sueños y lo confirmé cuando la calidez de la casa de Casandra me hizo sentir la familiaridad del hogar.

—Eneas.

El llanto desconsolado que llevaba minutos tratando de reprimir tomó el control de la totalidad de mis funciones vitales, que quedaron relegadas a un segundo plano. Años de lágrimas reprimidas causadas por el vacío de un padre ausente brotaron de mis ojos. Los brazos de Afrodita rodearon mi cuerpo con fuerza, como si hubiese volcado en ese abrazo la infinidad de años que llevábamos separadas; como si así pudiese saldar la deuda de cariño que me debía desde que nací.

—Tu padre te adora, Sophie —me aseguró entre lágrimas—. Tendrías que haberle visto cuando volvió de tu apartamento. Estaba eufórico.

No supe cuánto tiempo pasé entre sus brazos, aferrada a su cuerpo como si fuese el bote salvavidas que me salvaría del mar de mentiras en las que se había convertido mi vida de repente. El hecho de saber que mi padre seguía vivo solo era solo una ínfima parte de lo que suponía aquel descubrimiento. Si Afrodita decía la verdad, cosa que era evidente que hacía, eso significaba que mi madre me había contado muchas mentiras; más de las que cualquier madre podría aventurarse a relatar.

—¿Mamá?

Solo necesitaba saber que mi madre era otra víctima de todo lo ocurrido. Que ella, al igual que yo, desconocía la identidad de mi padre biológico cuando decidió quedarse embarazada de él.

—Lo único que tu madre siempre ha querido ha sido tu protección, cariño —justificó la diosa—. A cualquier precio.

No necesité oírselo decir para saber que el costo que Ágata había pagado era mentirme en lo relativo a toda mi vida en general, y a mi padre en particular. Finalmente me aparté de Afrodita, aunque nuestros cuerpos seguían conectados mediante el contacto de nuestras manos. La diosa liberó una de ellas para poder secar mis lágrimas con afecto.

—Necesito...

Me callé abruptamente. Ni siquiera era capaz de dilucidar cuáles eran exactamente mis necesidades en ese instante. Hablar con mi madre; saber toda la verdad o echarme a llorar hasta quedarme completamente seca eran las tres opciones que barajaba mi mente.

—Te lo voy a contar todo, hasta el último detalle. Te lo juro.

—¿Dónde está ahora? —inquirí—. ¿Por qué se fue?

Aquellas eran solo dos muestras de la infinidad de preguntas que me golpeaban con intensidad. Afrodita se tomó unos segundo para responder, que aprovechó para guiarme hasta el ring de boxeo en el que se sucedían mis entrenamientos, donde me invitó a tomar asiento para luego acompañarme. La fría superficie de las colchonetas logró mandar un escalofrío a mi cuerpo.

É R I D E [PÓLEMOS #1] | TERMINADAWhere stories live. Discover now