Capítulo 26

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Llegamos a la agencia del ministerio público y durante el camino pude pensar en mi declaración. Mi idea era ser clara y cerrar el caso de forma inmediata. Omitiría algunas partes, pero todo sería encaminado hacía la verdad. 

—Tome asiento por favor —me indicó el encargado de tomar mi declaración—. Puedo observar que tiene algunos antecedentes, ¿esto tiene que ver con los hechos que acontecieron hoy?
—tomó su bolígrafo.

—No, para nada —respondí firmemente.

—Bien. ¿Puede decirme cómo fue que encontró los cuerpos? 

—Unas horas antes discutí con Almendra Bermellón porque me confesó que fue amante de mi padre. Después se lo conté a mi madre, pero no lo tomó de buena manera. Me recosté y al levantarme me percaté que no estaba. Me imaginé lo peor y me dirigí nuevamente a la casa de Almendra, pero ya era demasiado tarde.

—Me está tratando de decir que descubrió un crimen gracias a su intuición —dijo sorprendido.

—No, pero conocía a mi madre, aunque nunca pensé que todo fuera a terminar en una tragedia. 

Siguió preguntando, pero lo más importante ya se había dicho. Hablamos por más de treinta minutos, y desde mi punto de vista, no existía nada que pudiera complicar al caso. Mi explicación fue muy simple y sencilla, además, siempre sostuve cada una de mis palabras. 

—Si no tiene nada más que agregar, por mi parte sería todo. De igual forma,
le agradecería que, de ser necesario, siguiera cooperando con nosotros —extendió su mano.

—Claro, cuenten con eso —le correspondí el gesto.

Terminé de dar mi declaración y me preparé mentalmente para lo que seguía. No sería nada fácil, incluso desconocía de dónde tomaría fuerzas, pero tenía que hacerlo por la memoria de mi madre. Nos dirigimos al hospital para realizar todos los trámites necesarios.

—¿Tienes todos los documentos que te van a pedir? —me preguntó la madre de Siena

—¡Mierda! —me molesté conmigo misma—. ¿Podemos pasar a la casa? 

—Tranquila, nos queda de paso.

—Gracias, no sé qué haría sin ti — lancé un prolongado suspiro.

Llegamos a mi casa y entré a la habitación de mi madre para buscar sus documentos oficiales. Recordé que antes de morir me dijo que había dejado una carta debajo de su almohada. La tomé pero no la leí, consideré que no era el momento. Encontré todo lo que necesitaba y me apuré para llegar lo antes posible al nosocomio.

La madre de Siena me acompaño al interior del hospital. Entramos y de inmediato pedí informes en la recepción. Me indicaron que tenía que recoger el acta de defunción en el área de medicina familiar. Caminamos entre los pasillos, la vibra no era la mejor ya que ambas habíamos perdido a un familiar en este mismo sitio. 

El médico forense firmó el documento, pero antes de entregármelo tendría que reconocer el cuerpo. Sentí una pesadez y un escalofrió muy intenso. Lo acompañé a la morgue, solo pensaba que nunca se está listo para un momento así. Descubrió la parte superior de la bolsa y efectivamente comprobé que se trataba de mi madre. Me inhibí por completo, no tuve ninguna reacción. Quizás mi mente negaba por completo lo que estaba observando. La cubrió nuevamente y nos retiramos de ese lugar tan tétrico.
Por último, revisaron todos los documentos y con eso se dio por concluido el trámite. 

Durante el camino, recordé que mi madre no contaba con servicios funerarios y eso era de vital importancia. Yo desconocía por completo ese proceso, así que tendría que solicitar el apoyo de la madre de Siena.

Amanda RedKde žijí příběhy. Začni objevovat