Capítulo 17

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Desperté y Bruno estaba preparando el desayuno. Mi madre continuaba dormida. Olvidé que hoy era su día de descanso. 

—Hola, Amanda. Estoy preparando un pan tostado con un licuado de plátano. Es una forma de agradecerte por el gesto que tuviste conmigo —sonrió.

—No es nada, no te hubieras molestado. Voy a alistarme para ir a la universidad —subí.

Intenté no tardarme para no hacerlo esperar. Agradecía infinitamente su esfuerzo. Cada vez lo aceptaba más como parte de la familia. 

Rompí récord a la hora de arreglarme, además, me encontraba ansiosa por dar
inicio con mi plan. Bajé y engullí rápidamente los alimentos que había preparado Bruno. 

—Voy a despertar a mi madre para que me lleve a la escuela —me levanté de la mesa.

—No te preocupes, yo te llevo —se ofreció.

Sin duda seguía sumando puntos. 
Eso me haría ganar tiempo y llegar antes a la universidad para platicar con la directora.

—Me parece bien —acepté.

Todo el camino fue muy tranquilo. Hablamos de ciertas cosas para conocernos mejor. Afirmé que realmente era un buen hombre para mi madre. 

Su celular comenzó a sonar y de inmediato contestó. Estaba conectado al estéreo del automóvil. 

—¿Dónde están?

De inmediato reconocí la voz de mi madre y su tono no era muy agradable.

—Hola, amor, vamos camino a la universidad —le respondió Bruno.

—Esa responsabilidad no te corresponde. Por favor regresen a la casa. Yo la llevo —le pidió con un tono molesto.

—Pero, mamá, ya estamos a cinco minutos —le dije.

—No me importa. Aquí los espero — colgó la llamada.

—Creo que voy a regresar, no quiero tener problemas con tu madre —dijo resignado.

Dio la vuelta en el retorno. Yo no comenté nada, no quise agravar la situación. Me pareció muy infantil la forma en la que actuó mi madre. 

Todo el trayecto de regreso fue muy incómodo, esa llamada terminó con toda la magia. Era un hecho que iba a llegar tarde a la universidad y claro que se lo reclamaría.

Llegamos y de inmediato me bajé del automóvil.

—¿Qué te pasa, mamá? —le pregunté agresivamente.

—En unos momentos hablo contigo —se dirigió con Bruno—. Te voy a pedir que no te tomes responsabilidades que no te corresponden. Por favor márchate —levantó su brazo señalando hacía la calle. 

Bruno no le respondió y arrancó el coche de forma violenta. Yo me quedé perpleja. No logré captar todo lo que vi. La mirada de mi madre reflejaba una furia que jamás había percibido antes. Fue como verme en un espejo. 
Su reacción se asemejaba mucho a la mía. Esos impulsos me resultaron tan familiares. Mi mente comenzó a intercalar recuerdos en los que se comparaban dichas reacciones. Comprendí que por dentro no éramos tan diferentes. Sentí miedo de acercarme, pero debía llegar a la universidad.

—Mamá, tenemos que irnos —me acerqué sigilosamente.

—Qué sea la última vez que me haces algo como esto. Crees que de pronto todo estará bien solo por haber convencido a Bruno de que no pasaba nada. Ambas sabemos lo delicado de la situación y una cosa es que quieras involucrarlo con la familia y otra muy distinta es involucrarlo en nuestros problemas. Sabes bien cómo te han tratado estos últimos días, ¿por qué creíste que hoy sería diferente? Solo yo puedo acompañarte, solo yo puedo estar contigo —me miró fijamente sin parpadear—. Súbete a la camioneta—sacó las llaves de su bolso.

Amanda RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora