Capítulo 4

433 2 0
                                    

El sol había salido de nuevo en mi habitación, antes quemaba y ahora me hacía brillar. Así me sentía, con toda la confianza, con toda la seguridad y con toda la actitud. Sentí que por primera vez en mucho tiempo la suerte estaba de mi lado. Las cosas iban marchando de buena manera y era una excelente oportunidad para darle mayor firmeza a mi proyecto, que de a poco estaba pasando de ser un sueño a una realidad.

Mi mamá salió temprano, así que me correspondía cocinar. Tenía tanto ánimo que quería lucirme, nunca me había gustado la comida simple, si algo amaba en esta vida era comer. Puse la bocina a todo volumen y mientras guisaba, bailaba al ritmo de la melodía. Me sentía en un concierto, la pala se convirtió en un micrófono profesional, cantaba y brincaba mientras servía la miel; por último, una malteada de chocolate para consumir un sin número de calorías que no sabía en cuánto tiempo bajaría, pero de momento eso no era problema, sólo quería comer y seguir escuchando las canciones.

De vuelta a la realidad tomé mis cosas para dirigirme a la Universidad, ya un poco más seria y racional recordé el mensaje de Flavio, ¿qué tenía que hacer?, ¿cómo tenía que actuar? Últimamente había tomado riesgos y me había funcionado, creí que esta no debería de ser la excepción… qué más podría perder.

Decidí buscarlo para hablar con él, por supuesto que tendría demasiado cuidado, pondría atención a cada detalle, sería una pequeña prueba para saber sus verdaderas intenciones. Para ser sinceros, sólo había hablado con él un par de ocasiones y sobre ningún tema importante. Cuando era novia de Mauro no acostumbraba a acompañarlo a las reuniones con sus amigos, me parecían muy aburridas, además, era una forma de brindarle su espacio, que al parecer de nada sirvió.

Las referencias que tenía sobre Flavio eran algo limitadas, cursaba el mismo grado que Mauro, sabía que era una de las personas más populares y que miles de chicas lo buscaban, pero por alguna razón nunca había tenido una relación sentimental a pesar de su atractivo físico. Hasta se rumoraba que era homosexual, pero que no se atrevía a salir del closet. Pero si algo sobraba en esta escuela… eran rumores. Aquí todos teníamos dos vidas, la que vivíamos y la que nos inventaban. Aparte, lo que llamaba mucho mi atención era saber cómo se había enterado de mi proyecto, si él no estaba en mi salón. No creía que esto fuera tan importante para que se hubiera regado por todos los pasillos y de ser así no tenía duda que mi ego seguiría creciendo.

Sin más preámbulos y con lo poco que conocía sobre él, decidí acercarme y saludarlo.

—Hola, Flavio. ¿Cómo estás? —le pregunté con la voz temblorosa, mientras colocaba mi cabello detrás de mis orejas y escondiendo la mirada.

—Hola, Amanda, no creí que me hablarías —extendió su mano para saludarme y después me dio un beso en la mejilla.

—¿Por qué lo dices? —no le creí del todo.

—No sé, simplemente presentimiento.

—Pues creo que debes trabajar en tus presentimientos.

—Sí —soltó una ligera carcajada—, creo que tienes razón.

—Bueno, estoy aquí por lo de tu mensaje de ayer —en ese instante la pena que sentía se había ido—, ¿se puede saber por qué lo hiciste?

—Por supuesto, aunque no creí llegar a este punto, pensé que me ignorarías.

—No me digas, otro presentimiento —le respondí sarcásticamente.

—Así es, al parecer contigo no funcionan.

—Y eso es ¿bueno o malo?

—Yo opino que bueno, eres impredecible y eso me agrada —me miró fijamente.

Amanda RedWhere stories live. Discover now