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ACEPTACIÓN Y CONTINUIDAD

          Cuando cruzó nuevamente las puertas de su casa, su madre la recibió con una enorme sonrisa. Maika la abrazó con fuerza. Abrazó a su hermana menor y la alzó en sus brazos dándole un par de vueltas. Estaba contenta de poder verlas y estar junto a ellas nuevamente. La menor se carcajeó un poco y luego se revolvió entre sus brazos para que la bajara, alegando que ya era grande como para que la cargaran en brazos; y no se equivocaba, Marie tenía nueve años y contando.

          Cuando terminó de saludar al resto de su familia, tíos y primos que estaban allí para recibirla, se encontró frente a frente con Ricardo, su padre. Todos hicieron silencio ante ese último encuentro, se podía sentir un poco de tensión, pero ante todo, estaban expectantes por la reacción del hombre. Como Maika había dicho en el pasado, la situación de su familia no era un secreto para nadie, y tampoco lo era la mala relación que llevaba con el hombre.

          —Bienvenida. —dijo Ricardo, estirando su mano para un saludo con su hija.

          Maika sonrió ampliamente y recibió el saludo de parte de su padre. Sabía que Ricardo no era un entusiasta de los abrazos y las muestras de afecto, hasta cierto punto ambos se parecían respecto a eso, pero el hecho de estrechar su mano, significaba que se había ganado su respeto. Finalmente había demostrado al hombre lo que ella era capaz de conseguir.

          Maika había vuelto a su hogar para festejar su logro con su familia. Víctor estaba allí sonriéndole con orgullo. Sus demás primos y sus tíos estaban felices por ella.

          Pero el asunto realmente importante, era que se encontraba allí por un trabajo precisamente por sus fotografías. La habían contratado de manera profesional para obtener unas fotografías para una revista oficial del lugar dónde ella vivía. El Toro estaba ganando un poco de turismo gracias a algunas imágenes que ella había mostrado y otras más que había tomado de internet y que otros habían tomado, obviamente dando los respectivos créditos a quién hubiera tomado esas fotos. Las cosas no podían ir mejor para ella. Sin duda se sentía bendecida.

          —Entonces, ¿te quedarás aquí? —preguntó Víctor que se encontraba sentado a un lado de Maika luego de una deliciosa comida.

          —Sí. Al menos por un tiempo —respondió—. ¿Qué me dices de ti?

          Víctor sonrió levemente y negó.

          —Cuando termine la escuela me iré a tomar un curso para maestros y de ahí me mandarán a otras comunidades para trabajar con niños.

          Maika alzó una ceja a modo de interrogación.

          —¿Por qué no me habías contado eso?

          —No se me había ocurrido, no sé por qué pensé que te vería allá en Santa Clara.

          Maika soltó una risita y negó.

          —Por qué no me extraña. —musitó con diversión.

          Ciertamente, Maika y Víctor aún tuvieron unos meses para convivir. Víctor se graduaría en el mes de julio, así que en ese tiempo se permitieron salir a caminar casi a diario y capturar el paisaje. Maika tuvo una compañía agradable mientras hacía su trabajo. De vez en cuando recibía algunas llamadas respecto a sus avances y ella respondía con gusto.

          Se había jactado en varias ocasiones de conocer El Toro, pero se vio sorprendida en varias ocasiones con nuevos lugares. Maika no tenía idea de cuántas cosas podrían estar ocultas en el bosque.

RespiraWhere stories live. Discover now