Respira

23

VISIÓN

          Pasaron alrededor de dos días para cuando ella volvió nuevamente.

          Empezó desde la mañana mientras estaba sola desayunando. Ella no se apareció físicamente, pero Maika sintió una molesta presión sobre su nuca que aturdió sus sentidos e hizo que tuviera pensamientos de lo más absurdos sobre lo que podría significar semejante síntoma. No importaba que supiera que su malestar estaba ligado a su visitante, de cualquiera manera era invadida por la incertidumbre.

          Su plan de captar algo en una fotografía, fue lo que le dio el ánimo para no quedarse sentada y abandonada en sus momentos de autocompasión y miseria. Así que, con los ánimos un poco frescos, terminó su desayuno, se cambió de ropa, algo sencillo como un jeans y una camiseta.

          Como de costumbre, Maika metió en su mochila un pedazo de papel, un encendedor y su cámara. Miró alrededor de su habitación con atención y, finalmente decidió tomar su libreta de dibujo y un par de lápices. No estaba segura de cuánto tiempo le tomaría al ente aparecer, así que mientras tanto, quizás podría hacer algún dibujo o simplemente sentarse a esperar.

          Salió de casa. Había un suave viento corriendo por las calles, las madres llevaban a sus hijos al jardín de niños y algunas patrullas rondaban la zona, cuidando de que no pasara ningún accidente. Maika se quedó observando el panorama unos segundos, pensando hacia dónde dirigir sus pasos. Sabía que ella podía aparecer en cualquier lugar, pero por alguna razón, quería encontrar una buena zona para llevar a cabo su plan, de preferencia donde no quedara expuesta a algún ojo curioso.

          Sus pasos la guiaron por la avenida del lado izquierdo hasta llegar a la siguiente calle paralela a la de su hogar. Luego giró a su izquierda nuevamente y caminó un par de cuadras antes de ir a la derecha, hasta el fondo, hasta las últimas casas que había en El Toro.

          El parque siempre había estado dónde a nadie le importaba. Siempre se preguntó por qué no hacían algo para mejorar lo poco bueno que tenía ese pueblo, en ocasiones era molesto lo abandonado que lucía todo, aunque de momento era un buen lugar para realizar su plan.

          El viento sopló un poco más fuerte y levantó un pequeño remolino de polvo cerca de Maika. Entrecerró sus ojos y se giró al lado contrario para que no molestara en sus ojos, sin embargo, se congeló cuando algo susurró directamente sobre su nuca. Se apresuró en darse la vuelta para saber si podría mirar alguna cosa, pero no había nada ni nadie.

          Miró confundida a su alrededor y suspiró un poco tensa. Sus ojos recorrieron las pocas casas que estaban a su alcance, había una en especial que contaba con dos pisos y un balcón poco agradable, sin embargo, lo que llamó su atención fue el vidrio tan reluciente como un espejo. No era algo muy común el utilizar ese tipo de vidrios, fue un detalle curioso al que Maika no quiso darle demasiada importancia, pues no quería cometer una indiscreción por si ella aparecía repentinamente.

          El parque estaba a solo una cuadra, así que continuó su camino, pero de manera insegura.

          Frío. Sentía frío y un sudor helado sobre sus manos temblorosas. Cada vez que le sucedía eso, siempre miraba con insistencia sus brazos, recordando los síntomas sobre los ataques cardiacos que le dijo el primer doctor que la revisó cuando estaba en Santa Clara. Además, el dolor de pecho siempre terminaba enloqueciéndola y terminaba pensando que iba a morir repentinamente.

          Trató de ignorar sus molestias para seguir avanzando. Su respiración se agitó cuando cruzó la cerca metálica que rodeaba el parque, como si de pronto una presencia sobrenatural se encontrara encerrada en ese único espacio. Su piel se erizó y su cuerpo se estremeció violentamente. En un parpadeo, el ambiente cambió y se volvió oscuro como si el tiempo hubiera avanzado a una velocidad alarmante y el sol estuviera a punto de ocultarse. También, grandes nubarrones cubrieron el cielo y el viento se convirtió en una ráfaga que le tocó hasta los huesos.