26

35 5 0
                                    

UN POCO DE SINCERIDAD

          Maika conversó en algunas ocasiones con Katia. Sus sesiones con ella ya habían terminado, así que se sentía un poco más en confianza para externar algunos pensamientos, aunque al final, decidió no mostrarle aquella fotografía que había freído su cerebro al confirmar que efectivamente ocurría algo inexplicable con ella. En cambio, pensó que quizás podía torcer un poco la historia para hacerla sonar como algo más normal.

          —He soñado cosas extrañas algunas veces. —empezó a decir Maika.

          Sus dedos tiraron constantemente de las mangas de su camisa, pues estaba nerviosa de abordar el tema.

          —¿Cómo qué? —preguntó Katia al tiempo que su mirada iba de su computador hacia la chica.

          Maika meditó un momento el cómo contar algo que en su mente había sido demasiado real, sin que sonara que ya estaba loca y que las sesiones con Katia no le habían servido de nada.

          —¿Crees que los sueños pueden significar algo? —preguntó en cambio, como si hubiera sido una idea de último momento y que debía sacar de su sistema.

          Katia la miró atentamente, observando sus acciones y sus gestos.

          —El subconsciente puede retorcer la realidad de maneras muy curiosas. —respondió Katia con cierta cautela.

          Maika asintió y guardó silencio. Suspiró.

          —He soñado con un niño que mata aves —musitó—. Suele arrancar sus alas a mordidas.

          Katia entrecerró sus ojos.

          —¿Qué significa eso para ti?

          Maika sintió un deseo enorme de rodar sus ojos ante la respuesta. No sabía nada de psicología, pero se había percatado de que cuando Katia parecía saber o sospechar algo, comenzaba a hacer preguntas para llevarla a cierto punto al que ella quería. No le había molestado en un principio, pero luego de ver su psicoanálisis, podía decir que no le gustaba del todo. Realmente no quería pensar, solo quería que alguien le diera una respuesta que se sintiera real.

          —No lo sé —dijo en medio de un suspiro, dejándose caer en el respaldo de la silla—. Solo sé que en el sueño se ve demasiado real y no me gusta la sensación que deja.

          Katia escribió algo en su computadora y luego bajó la tapa para poner su completa atención sobre Maika.

          —¿Has tenido otros sueños que sean recurrentes?

          Maika negó.

          —Pensamientos sí, sueños no —dijo con algo de diversión—. De continuo pierdo la cabeza pensando en una sola cosa hasta que me estreso yo misma.

          Katia sonrió en respuesta.

          —Has mejorado bastante —comentó Katia—. ¿Has tenido más ataques de ansiedad?

          Maika se quedó pensativa unos segundos.

          —Puede ser, pero cuando menos ya no siento que vaya a cometer una locura.

          —¿Sientes que lo controlas más?

          Maika se encogió de hombros.

          —Teniendo en cuenta que ya no he salido corriendo como una desquiciada y no he vuelto al hospital... sí. Podría decir que sí.

RespiraWhere stories live. Discover now