82 - UNA VISITA A ORHIN

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—Se lo quité a una bruja oscura. No pude resistir la tentación de obtener un brazo de la noche. La posibilidad de golpear espectros podría ser muy útil.

—Pues ha sido una decisión muy estúpida —levantó un poco las pinzas y las clavó en el dorso de la mano amordazada, Antina escupió un aullido de dolor y se cubrió la boca para contener el resto—. La extremidad no cuenta con tu insensibilidad al dolor. Es cierto que la magia oscura puede golpear espectros, pero si recibes una herida te dolerá como cualquier mortal —abrió dos frasquitos para mezclar sus contenidos.

—¿Será siempre de esa manera?

—No lo sé. Solo a ti se te ocurren estás cosas... —cuando vertió la pócima en las zonas infectadas el pus comenzó a brotar acompañado de un leve siseo, como si algo se estuviera quemando, casi enseguida apareció vapor—. Sigues obsesionada con el poder, pensé que habías comprendido que hay cosas que ni siquiera la magia puede arreglar, por más poderosa que te vuelvas...

—Eso ya lo sé, vieja amiga. Pero sabes que debo proteger. Además, es solo cuestión de tiempo para que Morzzin nos alcance.

—Mira tú, ¿Será que conoces el miedo?

—No soy tonta. En este momento él es una de las pocas personas que puede ponerme en problemas. Es más fuerte de lo que imaginas....

—Es lo que he oído —dijo Altea concentrada en su trabajo médico—. Pronto me mudaré, no quiero estar aquí cuando la nigromancia llegue.

—¿Acaso no lucharás junto a tus compañeras? —miró de reojo a la anciana del pueblo, esta a su vez respondió el gesto de la misma manera.

—¿Tú lo harás?

—¡JA, JA, JA! ¡Soy la Alfa! ¡Claro que lucharé! Aunque tengo mis propios motivos para hacerlo. Las brujas del pueblo son muy estúpidas, se creen todas las tonterías que les digo.

—Si no les jodieras la educación seguro se rebelarían.

—Lo tengo claro. Pero no es mi culpa que sean tan ingenuas, no son capaces de averiguar la verdad por sí mismas, yo solo saco ventaja de esa estupidez colectiva.

—No puedo decir que sienta lástima por gente así. No tienen criterio propio; si no eres tú, otra bruja las dominaría, a fin de cuentas los pueblos que no pueden pensar por sí mismos serán doblegados por cualquier tirano que conozca las palabras que desean oír.

—Suerte que has desertado. Tendría que quemarte si hablaras así en Refuggi —tras el comentario recibió un doloroso pinchazo que la hizo gritar de nuevo—. ¡Solo era una broma!

—Yo no tengo nada que ver con ustedes. Me gusta mi vida, puedo ayudar a las personas y tengo dinero para cualquier comodidad que desee. Es algo que nunca hubiera conseguido en el bosque.

—No es muy diferente a mí.

—Es totalmente diferente. Yo no manipulo a las personas para mi beneficio, lo que consigo siempre es recíproco —las palabras fueron certeras y Altea se dio cuenta de la incomodidad, por lo que decidió cambiar el tema—. Dijiste que hay pocas personas que te pueden poner en problemas además del nigromante, ¿Quienes son las demás?

—Bueno, de las proximidades solo me preocupa él. Aunque, si quisiera, Formmo podría vencerme con mucha facilidad también.

—...

—¿Aún no ha regresado?

—No. Y la gente comienza a inquietarse.

—¿Ves? Los humanos no son diferentes. En cuanto se quedan sin un líder se vuelven errantes, como una gallina sin cabeza.

UN SECRETO EN EL BOSQUEWhere stories live. Discover now