12 - ENCUENTRO INOPORTUNO

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El pulso aún estaba tenso, su juicio se estabilizó lentamente

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El pulso aún estaba tenso, su juicio se estabilizó lentamente. Ya no estaba cegado por la ira, pero esta no se fue. De hecho, se estableció en su corazón de manera contundente. No podía quitarse de la cabeza la imagen de su hermana temblando en el suelo, rogando por su vestido.

Su propia reacción le impactó hasta a él mismo, y no había pizca de arrepentimiento, por fin se enfrentó a años enteros viviendo con el miedo dentro de su mismo hogar, cuidando cada mínimo movimiento para no despertar la furia de su madre.

Ella no siempre fue así, todo cambió con la muerte de Herrozim, primero fueron algunos gritos, luego insultos, y finalmente pasó a la violencia física. El tercer hermano, a pesar de ser el del medio, era el más corpulento, cuando Lucrecia lo vendió como esclavo pasó a ser en la casa la poseedora de la mayor fuerza, y entonces comenzaron los maltratos físicos. Aunque el dolor más desgarrador no eran los golpes, eran el miedo y las humillaciones.

Ahora había algo distinto en el muchacho, como si hubiera encontrado una fuente de valentía que nunca supo que estaba: la sonrisa de Azalea.

El ambiente nocturno calmó sus nervios un poco, llenó sus pulmones con la noche, se dejó llevar por el resplandor de las estrellas y el canto de los grillos.

—¡Oye, tú! ¿Qué haces ahí? —gritó un hombre vestido con una armadura con el símbolo de la familia Ledrick, se acercó ya preparado con su espada y una antorcha en la otra mano.

—Solo estoy dando un paseo —respondió el muchacho.

—Ya es muy tarde para dar paseos —dijo el guardía—. ¿De dónde eres?

—De aquí, señor. Necesitaba tomar un poco de aire fresco. Soy Jol Monzon.

—¿El hijo de Herrozim?

—Así es.

—Está bien, chico. Pero ya es muy tarde, a esta hora salen los ladrones, será mejor que tengas cuidado.

—Sí, señor —dijo el cazador antes de alejarse.

Comprendió que los guardias nocturnos no lo dejarían en paz, así que cruzó la aldea hasta el oeste, subió los pastizales y buscó asiento en su lugar en la colina. Allí pudo relajarse un poco, el hastío del momento comenzaba a disminuir.

La furia lentamente se fue transformando en tristeza, como si se derramara lentamente por su alma. Sabía que necesitaba mejorar, convertirse en un cazador rentable y así alquilar algún cuarto para poder mudarse con Azalea, allí ella podría ser libre de elegir lo que quisiera hacer con su vida.

Bajó la vista hasta Colmillo de Obsidiana, apoyada en el suelo a su lado, sin dudas era un arma fuerte, aunque poco servía eso si el portador no era capaz de sacar el potencial de la misma. Igor no estaba dispuesto a arriesgar sus jornadas, así que entendió que la única manera que tenía para obtener experiencia corría por su propia cuenta. Necesitaba enfrentarse a animales más grandes e ir aumentando de a poco la calidad de los botines.

UN SECRETO EN EL BOSQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora